Marcho al ritmo de tu risa que adivino en el sol de la calle.
Entre seres resignados que abrazan maletines y carpetas envueltos
en el sudor de su hastío.
Yo, en cambio, entibio tu nombre contra mi pecho
y le canto una canción de cuna en secreto.
Los peatones y conductores apenas me notan,
absortos en sus propios conflictos.
Les alivia pensar que los que deambulan cargan con sus problemas.
El mal ajeno es un buen sedante.
Yo vuelvo a tu palabras y un cálido sentir me crece en el estómago.
Sonrío y mi sonrisa no estaba prevista sobre la vereda.
¿Qué importa de qué lado del cristal está la realidad?
Me olvido de los ajetreos mundanos
y confirmo que en tu sentir vivo.
Te soplo un beso.
Tómalo...respíralo...siéntelo
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