Albert Einstein clasificó muy bien a los científicos durante la celebración del sexagésimo aniversario de Max Planck, en 1918.
En el templo de la ciencia, dijo, hay tres tipos de personas.
Muchas se dedican a la ciencia en razón del sentido alegre de su poder intelectual superior; para ellos, la investigación es una especie de deporte que satisface la ambición personal.
Una segunda clase de investigadores se dedica a la ciencia para conseguir fines exclusivamente utilitarios.
Pero, en lo que respecta a la tercera:
Si el ángel del Señor viniera y sacara del templo a todas las personas que pertenecen a estas dos categorías, quedarían unas pocas personas,
entre ellas Planck, y ésta es la razón por la que me identifico con él.
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