Recorro tus surcos y te reproduzco en mi cuerpo con todas las variables
de distancia, temperatura, velocidad y frecuencia.
Te quiero con todos los ruidos e incertezas,
con la seguridad de lo inseguro, con la calidad que voy aprendiendo
en cada puntada de caricia, en cada remache de beso.
Pero también me entrego a tu querer discreto,
sin fallas, sin agujas ni ruidos, y hasta me tientan tus incontables
circuitos lógicos, tu modo tan digital de amor.
Así logramos esa fusión gloriosa de vinilos y compactos,
esa fusión tan fuera de sí, tan nuestra, tan compartida,
ese ensamble que ni siendo sus autores conseguimos piratear.
Cuando me entrego a la perfección de tus brazos,
cuando me escapo de ellos buscando el ruido de mi vinilo,
buscando el tesoro de la última púa que salta obstinada
en el te quiero de una melodía que jamás se repetirá.
Simplemente nuestra melodía.
