Desconozco si ese don que tenía fue un bien con el que ya nació o si lo adquirió a lo largo de sus días.
Sí sé muy bien que aquello a lo que se acercaba cobraba color y adquiría
las más preciosas y cálidas tonalidades.
Él mismo no se percataba de la intensidad de luz y colorido que su sencilla paleta de colores regalaba.
Lo hacía sin estruendo, sin aspavientos,sin afectación.
Yo siempre había pensado que existían las personas grises, las personas
en blanco y negro y las personas de colorines.
Aquel hombre me enseñó que también existen las personas de pinceladas
y colores discretos que hacen que la vida de los demás
se contagie del arco iris.
