sábado, 30 de junio de 2012

18:02hs


El día que Él consiguió escapar del manicomio no imaginaba lo cerca que estaba de cambiar su vida. 
Tras despistar a los guardias, se dirigió al único parque de la ciudad 
en el que no habitaban esos leones turquesas
 que todo el mundo parecía ignorar.
 A esas horas esperaba encontrar el lugar completamente vacío,
 pero sentada sobre el charco más grande estaba Ella, 
una loca a la que todavía no habían encerrado.
 Él se acercó andando hacia atrás (para despistar en el caso de que alguien
 le siguiese), y dijo dando vueltas sobre si mismo:

- ¿No te parece irónico que el tres odie el rojo?
- Los cactus, en realidad, son de una goma muy dura – contestó ella.

Por supuesto, tras aquella conversación quedaron perdidamente enamorados. Desde esa misma noche desaparecieron por completo de la faz de la Tierra y nadie volvió a saber de ellos. 
Pero ¿a quién le importa? 
Al fin y al cabo, sólo eran dos locos.