sábado, 16 de junio de 2012

Atap-U-erka...



Nadie habrá dejado de observar que nuestro querido planeta ha envejecido rápidamente. Hace casi doscientos años que se alzaron las primeras voces de alarma, que se oyeron las primeras advertencias. 
“Es absolutamente necesario acabar con las causas del deterioro ambiental”, decían los científicos, “o nos enfrentaremos a una catástrofe global sin precedentes”. “No podemos permitirnos el lujo de tomar todo lo que se nos ofrece sin devolver nada a la Madre generosa”, decían los ecologistas.
 “El planeta es nuestra casa”, decían los poetas, “si lo perdemos, nos quedaremos sin hogar”.Ahora, doscientos años después, los peores pronósticos se han cumplido. La evidencia de que nuestro planeta se ha vuelto inhabitable es palmaria, nadie se atreve a discutirla y nadie osa llamar agoreros a los que vaticinaron el desastre.
Afortunadamente, hubo mentes lúcidas que supieron anticiparse al caos. Ya en los primeros tiempos del Gobierno Global se llevaron a cabo iniciativas para procurar una solución que pudieran aplicarse cuando no hubiera más remedio que tomar una decisión drástica.
 El Ministerio de Medio Ambiente Planetario, el de Ciencia Universal y el de Alta Tecnología aunaron esfuerzos y, en un período de tiempo relativamente corto, organizaron un Comité de Sabios y Científicos cuya misión era la de encontrar un nuevo hogar más allá de nuestra galaxia, una nueva residencia para todos nosotros.
Tras décadas de trabajo teórico y práctico, hoy sabemos que el esfuerzo ha sido coronado por el éxito. Nuestros científicos y astrónomos anunciaron hace unos días que, por fin, han encontrado un lugar que, por sus características ambientales, es adecuado para nuestra especie. 
El Gran Ministro ha aprovechado el Discurso Planetario Anual para anunciar que en breve se procederá a la organización del traslado.
 No ignora, dijo, que a todos nos llena de tristeza el tener que dejar este planeta que ha sido nuestro hogar durante millones de años pero también es cierto que sería de necios no abandonar el barco cuando éste naufraga.
 Y, por otra parte, las previsiones de los científicos respecto a nuestra nueva casa no pueden ser más optimistas.
 Es un pequeño planeta que orbita alrededor de una estrella espectral G-2, con una atmósfera rica en nitrógeno y oxígeno y mucha agua en su corteza.
 En superficie, las condiciones son tan similares a las nuestras que apenas notaremos la diferencia.
El primer traslado estará dispuesto antes del próximo eclipse.
 En la nave viajará un grupo de colonos rigurosamente seleccionado por sus aptitudes físicas y mentales y un equipo de técnicos que ayudarán a establecer el primer asentamiento. Ya han elegido el lugar.Está al pie de un pequeño conjunto montañoso y, en honor a Atap, el Gran Padre de Nuestra Civilización, lo han llamado “La casa de Atap".
O, como se diría en la Lengua Primigenia, Atap-U-erka