El oficio tórrido del crisol moldeando los lomos de las dunas
y ellas son las hijas bastardas del viento las que ahora buscan
mi papel donde reposar la veladura de sus sombras.
Anteayer mi sombra se deshizo de mí hastiada ya de copiarme y no la culpo, tenía prurito de independencia.
Y ahora soy yo el que la busco huérfano y sin embozos para pedirle que vuelva que me he vuelto traslúcido.
Le daré si regresa una promesa efímera al azar
y una rosa de sal en el desierto.