miércoles, 27 de junio de 2012

sobre...el Acqua capricciosa.


Me temo que mucho vamos a hablar sobre el agua en los próximos años. 
Da la sensación de que va a pasar a convertirse en otra sustancia química escasa, a pesar de su omnipresencia, dada su creciente demanda.
 Al final, acabaremos invirtiendo en agua, como quien invierte en metales preciosos.
 Aunque ahora, como ya les he contado alguna vez, es casi de llorar 
ver lo que nos cuesta el agua de grifo.
 Mil veces menos el litro que el del agua embotellada (basta con mirar el recibo del agua), lo cual no debiera incitarnos al derroche incontenido.
 Pero hoy no estoy para cosas serias, que me duelen las articulaciones,
 la cabeza y, si localizara donde se esconde el alma, probablemente detectaría que ahí también me duele. 
Así que vamos a dedicar un tiempo a un par de noticias más o menos soft sobre el agua que tenía durmiendo el sueño de los justos.

En la reunión de agosto de 2011 de la American Chemical Society, un grupo de la Universidad de Liverpool presentó, con mucha pompa y boato,
 lo que ellos han denominado el "agua seca", un aparente contrasentido 
donde los haya.
 En realidad, y con independencia del marketing que usaron los investigadores de la ciudad de los Beatles, el asunto viene de lejos.
 Un material similar fué descrito ya en 1968, hay algunos trabajos franceses de principios de este siglo y el propio grupo de Liverpool ya había publicado un artículo previo en Nature en 2008.

El agua seca es una mezcla de nuestro líquido por excelencia con unas finas partículas de sílice (el mismo material de la arena), partículas que se han modificado químicamente de forma que se han convertido en hidrofóbicas,
 es decir, que repelen el agua.
 Al agitar vigorosamente agua en presencia de esas partículas, el resultado 
es que las gotas de agua se hacen muy pequeñas por el intenso grado 
de agitación y las partículas de arena recubren dichas gotas, lo que permite obtener una especie de polvo tenue que fluye de forma parecida
 a la propia arena.

El extraño material ha sido propuesto para una gama de aplicaciones muy ligadas al medio ambiente. 
Por ejemplo, para capturar y/o almacenar metano, el gas más representativo del llamado gas natural pero, también, un gas con efecto invernadero 
más acusado que el propio anhídrido carbónico. 
Un litro de metano se puede almacenar en aproximadamente 6 gramos 
de "agua seca". 
También se está estudiando su posible uso en la captura de CO2 así como 
en otros usos, tales como el acelerar determinadas reacciones 
o almacenar emulsiones.

Pero hay otra forma de agua tan extraña como la anterior. 
El agua deshidratada, que de alguna forma resuena como el café descafeinado.  No sé si conceptuarlo como un timo o una manera de quedarse con el personal, pero un geólogo jubilado decía hace poco, en una carta al Chemical Engineering News, que él tiene constancia de tal asunto desde 1955, 
lo que parece indicar que resiste bien el paso del tiempo.
 El caso es que se puede comprar en internet en forma de cápsulas, 
nada menos que en Amazon. 
También se pueden encontrar píldoras como las que aparecen en la imagen que ilustra esta entrada y, para más inri, una empresa llamada Bernard Food Industries Ltd, la vende incluso envasada en lata, para cientos de usos como preparar martinis secos, la limpieza en seco y otras utilidades. 
Y, además, sin contener aditivos, colorantes ni nada de nada 
(No Nothing, dice al final el anuncio, resumiéndolo todo).