En las películas en las que salen científicos, y salvo excepciones,
éstos aparecen haciendo y diciendo cosas que no suelen corresponder
con el mundo real.
Se trata de tópicos como el del policía devorador de donuts,
el general con cara de perro, el hacker revientaclaves o el político besaniños.
Veamos algunos tópicos que Hollywood ha creado en relación a la gente de ciencia.
Bienvenidos a los cientifitópicos.
1) No nos llamamos doctor unos a otros.
Contrariamente a lo que pueda parecer, los científicos
no van llamándose por el título.
El motivo es que los científicos, o tienen el título de doctor,
o están trabajando en ello, así que decir "doctor" o "profesor" en una reunión de científicos es como decir "agente" en una reunión de policías.
Por lo general, nos llamamos por el nombre de pila, si hay confianza.
En caso de duda, el tratamiento de usted resulta más educado, sobre todo cuando se trata de alguna personalidad científica reconocida.
En algunos países son más protocolarios, y pueden mirarte con malos ojos
si no llamas Herr Professor Doktor a quien lo merece, pero en general
no somos tan estirados.
2) No llevamos uniforme.
Cuando 007 se disfraza de científico en Diamantes para la Eternidad,
se limita a ponerse una bata blanca.
Ni que decir tiene que la bata es útil en ambientes de laboratorio,
pero no siempre se viste, y por supuesto resulta inútil cuando uno está emborronando folios en el despacho.
Y cuando estamos en el laboratorio.
Imagino que en algunos casos hará falta llevar trajes especiales,
como los de peligro biológico, pero eso en casos muy concretos.
3) No tenemos pinta de profesor chiflado.
Bueno, conozco colegas que me dejarían por embustero.
Pero, por lo general, no somos más raros en el vestir que los demás.
El cabello, las gafas, la higiene personal, el aspecto en general suele ser el habitual para una persona.
Hay de todo en cuestiones de cabello, vestuario y calzado, pero te resultaría difícil reconocer a un científico por la calle.
Alguien me dijo una vez que, individualmente, los físicos son de lo más normalito, pero cuando se nos pone a todos juntos se nota la chifladura.
4) No vamos de punta en blanco.
Pasó la época en la que los científicos tenían que ir trajeados, o con camisa blanca y cortaba negra (a estilo de controlador de la NASA).
Incluso en congresos, tendemos a ir más o menos informales.
En mi primer congreso, constaté que era el único que se había llevado traje. Afortunadamente, no lo había sacado de su funda.
Ropa cómoda e informal, sin pasarse.
La gente con mayor rango (decanos, directores y similares)
sí suelen ir trajeados.
Peor para ellos.
5) No vamos por ahí con muchas cosas.
Agarrar un anotador y pasearse por la sala con cara de apuntar datos importantes era todo lo que 007 hacía para simular ser un científico ocupado. Lo siento por él, porque va a ser desenmascarado de inmediato:
el científico medio no necesita ir con carpetas, o con iPads.
No nos paramos frente a una máquina con muchos botones
y lucecitas para ver qué hace.
Tampoco llevamos calculadoras y media docena de bolígrafos en el bolsillo
de la campera
6) No hacemos tonterías en el laboratorio.
Según los típicos tópicos de Hollywood, los laboratorios científicos han de estar repletos de matraces y probetas, conteniendo líquidos de colores, y derramando un extraño humo blanco.
El hombre de ciencia se dedica a mezclar esos líquidos de colores,
mirar por un microscopio o atender a una pantalla de la computadora
donde aparecen gráficas extrañas.
Bueno, eso último lo hago yo muchas veces.
Pero también nos pasamos un montón de tiempo leyendo,
examinando artículos (o escribiéndolos), contestando correos, examinando datos, pensando en general, rellenando papeles de subvenciones,
!y hasta tomamos café muchas veces!
7) No hacemos modelos informáticos en un chasquido.
Cuando el científico del cine no entiende algo se va a su despacho,
arma una simulación informática y obtiene los resultados en 30 minutos.
Lo siento, eso no funciona así.
Un modelo informático es complejo y engorroso, y suele llevar meses,
si no años, de modificaciones, depuraciones, cambios y más cambios.
Cada vez aprendes más, refinas el modelo, o lo cambias por otro mejor.
Yo estoy modelando el polvo de la erupción volcánica del año pasado;
y me saldrá mediocre, porque mi simulación deja de lado muchos detalles. No hay más remedio, si quieres una respuesta en un intervalo
de tiempo no infinito.
8) No tenemos un arma nuclear en el garaje.
¿Dónde estacionaríamos el coche, si no?
Los experimentos se hacen en el laboratorio.
En casa, se descansa.
Si acaso, uno puede tener un pequeño despacho, pero no hay muchos
Doc Brown inventando trastos en su casa.
Imagínense que el experimento sale mal y vuela toda la manzana.
A ver con qué cara te presentas luego en la reunión de vecinos.
9) No queremos conquistar el mundo.
¿Para qué querríamos hacer eso? !Si está hecho un desastre! Además, somos por naturaleza gente modesta y amable.
Con que no nos recorten el sueldo, ya nos matamos. Así nos va.
10) Nuestra vida personal no es un desastre.
Los científicos de cine son tan abnegados, despistados, abstraídos y centrados en su trabajo que se olvidan de besar a su esposa, ir a los partidos del hijo o vestirse bien para su propia boda.
Tenemos problemas, divorcios, juicios con Hacienda, peleas con el director del colegio, broncas con los hijos o la suegra.
En eso los hombre (y mujeres) de ciencia son iguales
que cualquier otra persona.
11) No somos todos varones y blancos.
Afortunadamente, pasó el tiempo en que el cine mostraba científicos blancos, hombres, de mediana (o muy avanzada) edad.
Si salía alguna mujer, era para mostrar sus estupendas curvas enfundadas
en reluciente bata blanca.
La realidad es que hay hombres y mujeres, blancos y negros,
nacionales y extranjeros, jóvenes y viejos.
En eso, el cine ha evolucionado a la par que la sociedad.
12) No hablamos raro.
Lo que sucede es que tenemos un lenguaje muy particular.
Si me oyera hablar con un colega de dispersión Raman, parámetros de depolarización, inversión en capas y modelos de Nakajima, no se enteraría usted de la misa la media.
Pero lo mismo sucede en una conversación entre abogados o entre ingenieros. Otra cosa es que un científico intente explicarte lo que hace.
Si no es un buen docente, no te enterarás.
Es una lástima que un científico eminente sea a veces un zote explicando cosas al público.
No somos perfectos... somos Cuasi PERFECTOS y modestos