miércoles, 11 de julio de 2012

El Universo está en nosotros...


El ser humano puede distinguirse del resto de los animales por ser el primero de estos en preguntarse cosas sobre sí mismo y sobre su entorno, por su búsqueda incesante de respuestas y explicaciones a preguntas tan profundas como “¿de dónde venimos?” o “¿por qué estamos aquí?”. 
A lo largo de la historia las personas han recurrido a la religión, los mitos y la espiritualidad para tratar de encontrar una respuesta a estas preguntas.
 Pero en el tiempo presente podemos encontrar una respuesta verdadera, real, empírica a estas preguntas a través de la ciencia. 
Y créanme, la respuesta es mucho más increíble e impresionante 
de lo que cualquier religión puede inventar profesar 
y la mente humana puede llegar a imaginar.

La respuesta a la pregunta “¿de dónde venimos?” se encuentra ligada de manera directa a un evento que, en principio, nos parecería totalmente ajeno a nosotros: la violenta “muerte” de las estrellas.
 Veremos a continuación (de manera simple y resumida) la agonía 
y muerte de cierto tipo de estrellas, un evento que llamamos supernova.

En las etapas tempranas del Universo, después del suceso del Big Bang 
y tras diferentes etapas complejas donde se suprimieron entre sí partículas
 y antipartículas, y donde el único material constituyente eran partículas subatómicas simples, el Universo en su totalidad se encontraba formado por nubes gaseosas compuestas únicamente del más básico de los elementos: hidrógeno. 
En estas instancias no existía ninguno de los elementos más pesados, 
y el Universo estaba formado en su totalidad por átomos de hidrógeno.
 Por efecto de la fuerza que hoy conocemos como gravedad, estas colosales nubes de hidrógeno comenzaron a agruparse y colapsar, y tras varios millones de años formaron las primeras estrellas del Universo.


A lo largo de su vida normal las estrellas se dedican a fundir átomos de hidrógeno, proceso que genera átomos de helio y desprende un sobrante de energía en forma de calor y luz. 
Cuando las estrellas muy masivas (con una masa de 8 a 10 veces superior a la masa del Sol) agotan sus reservas de hidrógeno, son capaces de empezar a fundir otros elementos: primero convierten el hidrógeno en helio, después el helio en carbono y oxígeno, luego el oxígeno en neón y magnesio, después silicio, azufre, y por último hierro; todos estos elementos formados se van disponiendo en forma de capas consecutivas hacia el interior de la estrella. Pero la fusión del hierro para obtener elementos más pesados no beneficia a la estrella, no mantiene caliente su núcleo, ya que la fusión del hierro requiere y absorbe energía, pero no la libera. 
Por lo tanto se forma un núcleo de hierro pero no se fusiona.
 En cierto punto dicho núcleo se torna inestable, y al alcanzar una masa
 1,5 veces superior a la del Sol, se desploma con violencia: en medio segundo un núcleo del tamaño de la Tierra se comprime en un objeto de unos 15 km de diámetro. En tan solo un instante este núcleo rebota golpeando las capas exteriores de la estrella y provocando una de las mayores explosiones en nuestro Universo desde el Big Bang, una explosión colosal, un acontecimiento extraordinario: una supernova.


Todos los elementos de la tabla periódica más pesados que el hidrógeno y el helio son forjados en estas estrellas y arrojados al cosmos en estas descomunales explosiones. 
Luego la materia de estas explosiones se extiende por el Universo formando planetas, lunas, nuevas estrellas y algo incluso más extraordinario: vida.
Los seres humanos estamos formados básicamente de materia estelar o polvo estelar. 
Los elementos de nuestro cuerpo, no solo genérica, sino también específicamente, provienen de estrellas que murieron hace muchísimo tiempo. El calcio de nuestros huesos, el oxigeno que respiramos, el hierro de nuestra sangre, todo surgió en las reacciones nucleares de las estrellas y fue liberado por supernovas. 
Los elementos más pesados a partir del hierro (plata, oro, plomo, etc.)
 fueron producidos por las propias explosiones, por las supernovas.

En resumen, debemos nuestra vida, nuestra existencia y la existencia de toda la vida en todos los rincones del Universo a la caótica muerte de generaciones enteras de estrellas que dispusieron los materiales de los cuales hoy se compone la mayoría de la materia que conocemos. 
Todo lo que constituye tu ser, cada átomo y molécula de tu cuerpo, fue creado hace miles de millones de años en el núcleo de una estrella, mucho antes de que se formara nuestro Sol, los planetas y el sistema solar. 
Si pudiésemos rastrear nuestra ascendencia hasta sus comienzos, en nuestro árbol genealógico encontraríamos, definitivamente, una estrella.

Fuentes:
A Brief History of Time. Stephen Hawking. Bantam; 10 Anv edition. 1998.
Isaac Asimov's Guide to Earth and Space. Isaac Asimov. Fawcett; First Thus edition. 1992.
The Universe (documentary television series). History Channel. 2007.