Hace poco, decidí hablar del método científico como herramienta en la Ciencia. Una herramienta maravillosa contenía este párrafo:
"Y la duda se extiende a otros estudios más o menos científicos.
¿Es la psicología una ciencia? ¿La frenología? ¿La homeopatía?
¿La parapsicología y el ocultismo?
Puede que sí que nos haga falta una demarcación, siquiera somera,
de qué entendemos por ciencia."
Últimamente los homeópatas están en pie de guerra,
los ocultistas intentan no perder terreno conquistado
Sin embargo, el fuego ha procedido de la colina que menos me esperaba:
la de los psicólogos.
Por lo visto, que alguien les cuestione como científicos
les pone muy nerviosos e hipersensibles a la crítica.
Lo cierto es que no tengo nada contra la psicología, a pesar de lo que crean algunos de mis fieles lectores (quizá estén confundiéndose con la pedagogía, pero a esos ya les ajustaré las cuentas otro día).
No cuestionaba la naturaleza científica de la psicología,
sino su uso del método científico.
Un problema muy gordo que le veo es que la psicología está tratando con objetos tan impredecibles como los seres humanos.
Cuando se le pregunta, un humano puede contar la verdad, o lo que cree que es la verdad, o lo que cree que el psicólogo quiere oír, o confundir recuerdos y experiencias, o sencillamente mentir.
No es como en un laboratorio, donde sueltas cien veces una bola de metal y obtienes cien veces el mismo resultado.
He comentado este punto con varias personas, y el mero hecho de que se generase tanto debate es un indicativo de que el tema es polémico,
y por tanto de resolución incierta.
Pero a lo peor he sido infectado con el virus del psé.
Ya saben, eso que nos hace pensar de otros profesionales algo así como
"psé, si eso es tan sólo..."
Si fuésemos sinceros, todos reconoceríamos que participamos, en mayor
o menor grado, de una especie de esprit de corps según el cual nuestra profesión o empresa es mejor que la de otros.
Podríamos hacer una lista muy larga.
Los arquitectos (y vamos a pisar algunos callos más) seguro que se sienten superiores porque de su cabeza salen brillantes y
emblemáticas construcciones que serán la envidia del mundo durante siglos, y miran con desprecio a los que se ensucian las manos haciendo
realidad sus suelos.
Pero claro, son los obreros los que realmente construyen las cosas,
así que también ellos piensan ser los imprescindibles elementos en el proceso de construcción. Y así sucesivamente.
Con objeto de limpiar un poco de metralla el campo de batalla, y de demostrar que todos somos humanos, me van a permitir que entre en los "piques" entre científicos.
Va a ser un post más en broma que en serio.
Y para ello, nada mejor que aprovecharme de ejemplos salidos de la magnífica serie Big Bang, que se emite ahora en Neox.
Para los iniciados, la serie se centra en un grupo de científicos bastante frikis: Sheldon Cooper, el físico teórico; Leonard Hofstadter, físico experimental; Howard Wolowitz, ingeniero aeroespacial; y Rajesh Koothrappali, astrofísico. A lo largo de las cinco temporadas que llevan, nos han mostrado un montón de aspectos del trabajo científico, y vamos a aprovecharnos de ello.
Daré también mi opinión personal en algunos casos, porque a fin de cuentas se trata de una serie de humor, no totalmente fidedigna.
El primer rasgo que podemos notar es el pique teóricos contra experimentales. A lo largo de la serie, Sheldon ridiculiza y menosprecia a su compañero de habitación por ser éste un físico experimental.
En opinión de Sheldon, la teoría se sustenta por sí sola y no necesita verificación experimental.
Por ejemplo, en el primer episodio ambos intentan impresionar a Penny
(la rubia maciza que vive en el apartamento de al lado),
y se confrontan en una pelea dialéctica:
Leonard: Al menos yo no he tenido que inventarme 26 dimensiones para que mis cuentas cuadraran
Sheldon: Yo no me las he inventado, están ahí
Leonard: ¿En qué Universo?
Sheldon: En todos, como demuestro
Y en otra ocasión, discuten sobre sus respectivos méritos en un artículo científico:
Leonard: Disculpa, yo diseñé el experimento y demostré la hipótesis
Sheldon: No hacía falta demostrarla
Leonard: ¿Que, es que toda la comunidad científica tiene que aceptar
tu palabra sin más?
Sheldon: No es que tenga, pero debería
Por supuesto, esto no es modo de hacer ciencia.
Como dijo el propio Richard Feynman: si [la teoría] está en desacuerdo con los experimentos, es errónea.
En ese sencillo enunciado está la clave de la ciencia.
Creo que cualquier científico está de acuerdo con ello.
En lo que puede que discrepemos es en quién es el más "importante,"
el experimento o la teoría.
Un teórico puede creer que la bella teoría que sale de su cerebro
y explica los fenómenos de la naturaleza es la clave, el resultado puro del trabajo científico, y puede que a alguno se le suba a la cabeza.
Por su lado, el experimentador es el que interroga al Cosmos,
el que busca las preguntas para que otros las respondan, el nexo de unión entre humanidad y naturaleza.
Imagino que será como la diatriba entre el arquitecto y el obrero.
Personalmente trabajo más cerca de lo teórico que del experimento,
y la verdad, no le veo sentido a ese sinsentido.
Si acaso, a veces observo al experimentador porque es él quien tiene que hacer que los instrumentos funcionen; y créanme, cuando un instrumento no quiere funcionar, adquiere cualidades de cabezonería casi humanas.
Claro que yo tengo similares problemas con mis simulaciones,
así que será mejor que no me ría demasiado.
Un segundo pique, especialmente usado en Big Bang,
es el de científicos contra ingenieros.
Según ese cliché, ser ingeniero es poco más que saber cambiar el aceite
y medir la carga de la batería.
En la serie, el pobre Howard Wolowitz se lleva todas las burlas al respecto.
En una ocasión, Sheldon busca alternativas a su trabajo.
Tras ser expulsado de otros departamentos, entra a ver a su amigo Howard
y suelta sus pensamientos al respecto:
Así que esto es ingeniería.
Donde los nobles trabajadores de baja cualificación ejecutan los planes
de los que piensan.
Hola Oompah Loompahs de la ciencia.
Y cuando la hermana de Sheldon afirma que está orgulloso de su hermano
"el ingeniero aeroespacial," éste monta en cólera:
Yo soy físico teórico.
Por Dios, ¿por qué no dices que trabajo en el Golden Gate cobrando el peaje? Ingeniero espacial, qué humillación.
En otra ocasión, harto de ser menospreciado, Howard afirma que tiene un título de Master, a lo que el director del Departamento de Física responde displicente: ¿y quién no?
Sus logros ni siquiera le sirven para ligar: cuando explica cómo diseñó
el retrete de la Estación Espacial Internacional, las chicas se alejan de él;
y cuando intenta impresionar a una médico con el Rover de Marte,
lo estrella y provoca pérdidas millonarias al programa espacial.
En un tono un poco más serio, recuerdo ahora a un personaje de Espacio,
la excelente novelización de la carrera espacial norteamericana, escrita por James Michener. En su carrera por ser científico, mira con algo de menosprecio a los ingenieros, a los que cree gente incapaz de llegar al nivel de científico.
Muchas páginas después, un colega le da la vuelta a la tortilla:
no es que los científicos sean ingenieros fracasados, afirma, es que los científicos que además saben construir cosas se convierten en ingenieros.
Como podemos ver, es otro escalón en ese pique entre los que usan la mente y los que usan las manos.
Un poco tonto, lo se, pero no más que las estúpidas guerras que nos montan en la tele para vender productos: hombres contra mujeres, rubias contra morenas, Coca-Cola contra Pepsi, Mac contra PC.
Al contrario: para hacer un buen trabajo, necesitas alguien que domine
la teoría, alguien ducho en el experimento y alguien que sepa hacer
de McGyver.
Cuando los tienes a los tres, el éxito está más cerca.
Aprovechemos Big Bang para desmentir un tópico,
el de doctores contra titulados.
El doctorado es el título universitarios superior, y para conseguirlo hay que tener un grado universitario, dedicar varios años a un trabajo de investigación y luego ser examinado por un tribunal de tus pares.
En el cine y la televisión los científicos se saludan como Doctor Tal o Profesor Cual, y a los que no son doctores se les trata con condescendencia,
en plan "algunos de mis mejores amigos no son doctores."
No ser un doctor en tierra doctoral parece algo denigrante y humillante. Cuando a la novia de Howard (el ingeniero) le aceptan su tesis doctoral, incluso Penny la camarera aprovecha para tomarle el pelo:
Guay, o sea que tú eres doctora, tú eres doctor, tú eres doctor, tú eres doctor, y tú, Howard, vas a conocer a un montón de doctores.
Y su amigo Leonard ahonda en la herida:
Bueno, Howard, dinos, ¿cómo se sienta saber que cuando os caséis, os llamarán Señor y Doctora Wolowitz.
Bien, permítanme desmentir un par de cosas.
No ser doctor es algo absolutamente irrelevante, ya que todo el mundo está en el puesto que le toca, intentando mejorar.
Un becario esforzándose para sacarse el doctorado es tan digno de mérito como un catedrático que organiza un congreso internacional.
No hay nada de denigrante, hasta donde yo he visto, en no ser doctor,
y reírse de alguien porque no tiene un doctorado resultaría tan fuera de lugar como creerse mejor que el vecino porque él no tiene un Audi.
Ese cliché no tiene verosimilitud en los ambientes que yo conozco.
Como tampoco lo tiene el de que los científicos nos llamamos de doctor, profesor o señor catedrático.
Los que nos conocemos nos hablamos de vos, seas becario o decano,
y a la gente que no conoces, o a la que tienes un respeto particular,
lo tratas de usted o de señor.
La Universidad no es el Ejército, no hay grados ni títulos que haya de obedecer, salvo los lógicos derivados del respeto y el sentido común.
Que hay catedráticos quejosos y profesores a los que los alumnos siempre tienen que llamar de usted, seguro que los hay.
Pero en general, no somos tan protocolarios, así que no se asusten.
Sí hay, en ocasiones, un cierto roce con relación a la palabra doctor.
Verán ustedes, se llama "doctor" al médico.
Es más una tradición social que otra cosa.
Sin embargo, en el ámbito científico, doctor es un título universitario
que requiere años de esfuerzo.
Por supuesto, un titulado en medicina puede hacer una tesis doctoral, y convertirse así en un doctor además de un médico.
Pero, para el hombre de la calle, las palabras médico y doctor son sinónimos. Es muy posible que a los médicos se les haya tratado de doctores por la acepción de respeto y conocimiento que conlleva el término.
Incluso la Real Academia acepta doctor como sinónimo coloquial de médico, incluso si no tiene el título de doctor.
En Estados Unidos hay dos títulos de doctor.
Está el MD (Medical Doctor), que es el título otorgado a los médicos que hacen una tesis doctoral, y está el PhD (Philosophiae Doctor),
similar al MD pero para las demás carreras.
A pesar del su nombre, un físico o un economista pueden ser allí
"doctor en filosofía."
Sin embargo, también allí tienen bien claro que al médico se les llama doctor.
A continuación, abramos una nueva y explosiva lata de gusanos,
la de ciencias contra ciencias.
Todo el mundo piensa que su campo del saber es más puro, más excelso, más sublime que los otros.
Un ejemplo cómico de esto es una tira de xkcd.com llamada Pureza.
En ella, aparecen diversos científicos, cada uno de los cuales mira a otro por encima del hombro.
Un psicólogo ve pasar a un sociólogo, y piensa "la sociología sólo es psicología aplicada." A su derecha, un biólogo afirma que la sociología sólo es biología aplicada. Lo mismo piensa el químico del biólogo, y el físico (ejem) del químico. Y en el otro extremo, el matemático saluda a todos.
Imagino que, más lejos aún, el filósofo está riéndose de todos esos científicos que van por ahí interrogando a la naturaleza.
En la serie Big Bang, vemos varios ejemplos de este comportamiento. Sheldon se burla de disciplinas como la Geología (¿sabés qué es lo más interesante de las cuevas? nada ...
Nuestros amigos juegan a la guerra de paintball.
Rodeados por el departamento de Geología y bajos de moral, consideran el amotinamiento y la rendición. El "capitán" Sheldon Cooper, en un acto de sacrificio para hacerles recuperar el espíritu combativo, suelta el arma de pintura, sale al exterior, abre los brazos y clama a voz en grito: ¡La Geología no es una ciencia de verdad! Inmediatamente cae fulminado por una descarga de bolas de pintura, y su heroica "muerte" enrabia a sus compañeros, quienes se lanzan a la batalla y ganan.
No es la Física la única ciencia que se da humos en esa serie.
Cuando los físicos entran en el departamento de Entomología,
un malhumorado académico recién despedido les espeta:
No podían esperar, ¿eh? Aún no he hecho las valijas, y ya están midiendo mi laboratorio para meter una de esas infernales máquinas con láser.
Por su parte, la madre de Leonard habla del trabajo con su ex-marido:
Hemos hecho estudios sobre el tema, yo desde el punto de vista neurológico y él desde el antropológico.
El mío es el que vale la pena leer.
Este último comentario incide en un curioso menosprecio entre las ciencias que intentan estudiar el comportamiento humano, concretamente entre las que usan electrodos y monitores, y las que usan tests e interrogan al sujeto. Parece como si el hecho de que podamos medir respuestas física, químicas o electroneuronales diese al estudio más rigor, al menos con relación a esa gente que muestra manchas y le pregunta a la gente si se lleva bien con su padre.
Es muy posible que yo mismo haya caído, de algún modo, en ese charco, y tal vez por eso los psicólogos pusieron precio a mi cabeza desde entonces.
Si ese ha sido el caso, aprovecho para pedir disculpas humildemente
a todos ellos.
Y, por si no lo han pillado, el título de este artículo es una pequeña broma, como ese viejo truco consistente en escribir en un anuncio la palabra SEXO en grandes letras, para luego añadir "ahora que he captado vuestra atención..." y un texto que nada tiene que ver con el sexo.
Sí, aceptamos Psicología como animal acuático.
Y no sean tan quisquillosos...
Ni siquiera soy su peor pesadilla, ya que salen mucho peor parados en Big Bang. Cuando Sheldon encuentra problemas para hacer amigos,
no se le ocurre nada mejor que someter a sus actuales amigos a un largo cuestionario.
La rubia Penny le cuestiona sus métodos, a lo que él responde:
Estoy de acuerdo, las ciencias sociales son paparruchas.
Pero, sin ponerte unos electrodos en el cráneo y monitorizar tus repuestas,
es lo mejor que se me ocurre.
Sin embargo, es de justicia reconocer que el mismo Sheldon valora positivamente los resultados de la psicología en diversas ocasiones.
A lo largo de todo un episodio, Sheldon desarrolla una elaborada mentira y le inventa a Leonard un primo drogadicto.
Cuando éste menosprecia "esas tonterías de la psicología moderna," Sheldon afirma que se basan en estudios muy sólidos.
En otro episodio, Sheldon utiliza diversas herramientas de la psicología para modificar el comportamiento de Penny: refuerzo positivo cada vez que ella actúa "correctamente," programación neurolingüística para cambiarle el tono de voz ...y, aunque Leonard no le dejó, también tenía
preparados refuerzos negativos.
Al final, Penny acabó como una foca amaestrada, sólo le faltó batir palmas.
Y ya no les digo de las diatribas de ciencias contra no ciencias
(sean artes o pseudociencias).
Cuando Penny le presunta a Sheldon si Leonard ha salido alguna vez con una chica que no fuese un cerebro, desarrollan el siguiente diálogo:
Sheldon: Bueno, hace unos año salió con una mujer que tenía un doctorado en literatura francesa
Penny: ¿Por qué ella no era un cerebro?
Sheldon: Bueno, para empezar era en literatura.
Y además, francesa.
En otro episodio (Spoiler), Sheldon se niega a ir a una fiesta con benefactores de la Universidad.
Su amiga Amy (una especie de Sheldon en chica) se lo recrimina:
Piensa una cosa: si no vas para defender al Departamento de Física, la tarea recaerá en gente como Leonard o Rajeesh ... si tus amigos no son convincentes, las donaciones de este año podrán ir al Departamento de Geología, o peor aún, podrían ir a ... ¡artes liberales!
Se están invirtiendo millones de dólares en poetas, teóricos literarios y alumnos de estudios culturales.
Lo que lleva al horrorizado Sheldon Cooper a romper barreras
y socializar con los ricos patronos.
Y podemos acabar con el eterno debate entre ciencia contra pseudociencia,
con la astrología por medio.
Sucedió en el primer episodio, cuando los físicos conocen a su bella vecina:
Leonard: Ya sabes bastante de nosotros, ahora háblanos de tí
Penny: ¿De mí? A ver, yo soy sagitario, lo que les dirá más
de lo que necesitan saber
Sheldon: Sí. Nos dice que participas en ese engaño masivo de nuestra cultura, de que la posición aparente del Sol con respecto a unas constelaciones definidas arbitrariamente en el momento en que naciste puede afectar
a tu personalidad
En eso estamos de acuerdo.
La astrología no es una ciencia.
Y al que crea que sí lo es, que se lo haga mirar.
Hasta los psicólogos estarán de acuerdo conmigo en eso.
[NOTA: Tras terminar el primer borrador de este artículo, se hizo público un caso de fraude en psicología. Diederik Stapel, un psicólogo social holandés de renombre que publicaba en revistas tan prestigiosas como Science, reconoció hace poco haber falseado sus resultados.
No se trata de que los datos presenten dudas sobre su validez u objetividad, es que se los inventaba.
En el pasado también se han dado casos de fraude en otras disciplinas científicas, así que irónicamente este desgraciado incidente muestra que la psicología es tan susceptible al fraude como las demás ciencias,
y ha sido precisamente el método científico lo que ha permitido detectar
el problema. A cada cual lo suyo]
