viernes, 20 de julio de 2012

Un líder... cuántico


Cuando decimos si el mundo está cambiando, normalmente nos referimos a si estará cambiando la humanidad, si estaremos cambiando como especie.

La cuestión es ¿está cambiando?
 Y en este caso, ¿qué es lo que está cambiando? ¿se trata de una transformación lenta, gradual y casi imperceptible, o bien se trata de un salto cuántico al igual que hacen los electrones para cambiar de nivel?

Lo que es indiscutible es que, en la mayoría de puntos de inflexión,
 de “cambios” producidos en la humanidad, siempre ha habido un encarnado, una persona, sólo una y determinada (a menudo incomprendida), que,
 o bien ha movilizado a las masas hacia un nuevo sistema de pensamiento
 (a veces nefasto), o bien ha servido de medium para que pudiera manifestarse la serendipia o acaso los memes de Dawkins. 
Me refiero con esto a descubrimientos tan explosivos intelectualmente que han sacudido las bases de la ciencia, en ocasiones con una fuerza tal que han abierto la brecha para estrenar nuevos paradigmas. 
El asunto es que hasta ahora los insights de nuestra especie han estado encarnados en un solo individuo, y nos referimos aquí principalmente 
a aquellos cambios para los que se precisa movilizar masas.

Pero en la Edad de Internet esto ya no es así: en todo aquello en que el fenómeno internet ha afectado nuestra vida, su clave mágica común es la interconectividad. Una persona puede hacerse hoy una foto, 
y que la vea otra, por un lado a una distancia casi ilimitada,
 y por otro en un tiempo que es, casi casi, como el de la luz.
 Ambos, tiempo y espacio, casi en nuestras manos, casi trascendidos… 

La relación entre el fenómeno de la interconectividad y los puntos de inflexión por los que vamos pasando y dejando atrás como hitos de nuestra Historia, radica en que el lider de antaño que potenciaba esos cambios ha dejado de tener sentido, pues hoy en día en realidad ya no es necesario que una sola persona convenza, con un megáfono ante la boca, a cientos de miles de mentes dudosas que han acudido ahí para escucharle físicamente. 
¿Qué sentido tiene ya un megáfono, si existe una Red que entrelaza pensamientos a enormes distancias y en un nanosegundo, y que antes dormitaban desconectados unos de otros?
 Podría decirse que la radio y la televisión fueron precursores de este gigantesco anhelo humano de compartir y de comunicarse más allá de las limitaciones espaciotemporales, pero estos dos medios
 ya han sido absorbidos por la gran Red. 
Ahora tenemos, en innumerables puntos de esta telaraña, lo que constituyen pequeños trocitos de un mismo modo de pensar el futuro.
 La mente de un solo líder está siendo reemplazada por diminutas partículas de una misma esperanza, vinculadas entre sí por el motor de un mismo deseo o una misma intuición, y mediante una poderosa maraña 
hecha hoy en día de webs y blogs. 
Para la aparición del nuevo líder sólo hace falta recomponer este jarrón
 a partir de sus trocitos e internet está demostrando
 ser el cemento que hacía falta. 
El “lider” de nuestra era ya no es un solo “iluminado”, 
sino uno conformado por múltiples pequeñas mentes iluminadas en distintos ámbitos de lo humanístico, un líder que, en cuanto acabe de consolidar su unidad hasta ahora fragmentada, será el que tuerza el hilo de nuestro discurrir por el cosmos para que nuestros electrones salten de órbita: el líder cuántico.