Baja con su violonchelo y un taburete por la estrecha escalera
y sale a la calle desierta.
La guerra sigue desatada a su alrededor y él se sienta en el pequeño cráter que la bomba ha abierto en el lugar de impacto.
Toca el Adagio de Albinoni.
Lo hará a diario durante veindos días, un día por cada persona asesinada.
O, cuanto menos, lo intentará. No está seguro de que vaya a sobrevivir.
No está seguro de que le queden suficientes adagios.
El violonchelista de Sarajevo - Steven Galloway.