Cocinó a Dios sin querer
y ahora toda la casa huele a laurel sacrílego.
Cada vez que pasa cerca de la boca del subterráneo
no puedo dejar de besarla.
Su escondite está a la vista de mis vecinos.
Descarto el tarot y los juegos de mesa.
Le dan urticaria las fichas de colores y las médicas.
Es alérgico a las cartas de pócker,
por eso tampoco cultiva el género epistolar.
Supone que Aries es su signo lingüístico.
Muchas veces tiene miedo de que éste mundo esté al revés
Y haya explotado para adentro
Sin que nos diéramos cuenta.