“...aunque en algún lugar del espacio se pretenda perpetuar.
Un fin que de hecho no se da jamás.
Hay una especie de dirección helicoidal en todas las cosas que
ejecutan los hombres.
Con sus propias obras los hombres pretenden ofrecer
la visión de un mundo acabado.
De la nada para la nada.
Pero la obsesión de los hombres trata de prever en sus obras una solidez
que garantice si no una vida eterna para la obra,
sí al menos una existencia prolongada.
Por supuesto, muchas son las nombradas y pocas las obras escogidas.
Incluso aquellas que tenían una funcionalidad y un carácter sagrado
han operado una quiebra, si no su desaparición.
Es esa tendencia helicoidal la que sigue actuando para hacernos
inasequibles a la búsqueda y al esfuerzo.
La obra no es ya solamente lo que se ve, sino fundamentalmente
lo que permanece en la oscuridad.
Es en los segundos e incluso postreros planos donde se fragua un nuevo anillo del caparazón que nos permitirá seguir intentando ascender al cielo.
Latentes y perseverantes, se multiplican los esfuerzos.
Ahí se crece la materia que permite ganar en consistencia al caracol.
A cada paso, miles de figuras y representaciones quedarán en el camino, acaso injusta y desacertadamente para nuestros fines.
No es extraño que tras lo traslúcido aparezca lo opaco, siendo como son ambas características más aparentes que definitivas.
Y sin embargo, son reales en la medida en que no interviene otra fuerza exterior que las desplace, porque entonces dejarán de ser...”
(me gustó)