jueves, 31 de enero de 2013

No saber... (25150)


Yo que siempre pedí a gritos la verdad, hoy me arrepiento. 
Porque a veces es mejor no saber esas verdades que se instalan lastimeras. 
Que aparecen camufladas como fantasmas y nos asaltan en la oscuridad 
de la noche arrancándonos los sueños. 
Que se cuelan entre la penumbra de nuestra propia imagen reflejada en el espejo 
y nos provocan esa nube cargada de lágrimas que anegan lo que queda de luz en la mirada.
Que renacen en cada inspiración y espiración del aire que respiramos 
y nos infectan con su hiel venenosa robándonos la calma.
Que desplazan a codazos impetuosos cualquier posibilidad de creencia y de esperanza
y nos toma de la cintura clavándonos los colmillos para devorar lo poco que nos queda.
Y ya no se vuelve a soñar, ni a creer, ni a olvidar. 
Se vuelve dolor punzante, raíz subterránea que engendra una herida abierta, 
y  la sangre vertida queda tatuada sobre la memoria de la fe que tuvimos alguna vez.