Es difícil asimilar el gas caliente.
Por lo menos eso parece ser cierto para el agujero negro supermasivo que yace en el centro de la Vía Láctea
El agujero negro de nuestra galaxia, conocido como Sagittarius A*, se halla hacia el centro de la imagen mostrada arriba, una composición de longitudes de onda infrarrojas (en tonos rojos y amarillos) y de rayos X (en azul).
Con los datos registrados durante una extensa campaña de observaciones del telescopio espacial de rayos X Chandra, se compuso el primer plano del recuadro, en el que se muestra la emisión difusa que rodea el agujero negro.
El recuadro cubre un campo de aproximadamente 1/2 año-luz de la región central de la galaxia, de la que nos separa una distancia estimada en
26 mil años-luz.
Sagittarius A*. Crédito.
Los astrónomos han descubierto que el origen de la emisión de rayos X se halla en el gas caliente arrastrado por el viento procedente de las estrellas jóvenes y masivas de la región.
Los datos del Chandra señalan que apenas un 1 por ciento o menos del gas bajo la influencia gravitatoria del agujero negro llega al horizonte de sucesos y pierde tanto calor como momento angular que termina por precipitarse en el agujero negro. El resto del gas fluye hacia el exterior y escapa del agujero negro.
El resultado explica por qué el agujero negro de la Vía Láctea es tan tranquilo y emite bastante menos rayos X energéticos de lo que cabría esperar.
Es probable que ocurra algo parecido en muchos de los agujeros negros supermasivos pertenecientes a las galaxias del universo cercano.
Los astrónomos han descubierto que el origen de la emisión de rayos X se halla en el gas caliente arrastrado por el viento procedente de las estrellas jóvenes y masivas de la región.
Los datos del Chandra señalan que apenas un 1 por ciento o menos del gas bajo la influencia gravitatoria del agujero negro llega al horizonte de sucesos y pierde tanto calor como momento angular que termina por precipitarse en el agujero negro. El resto del gas fluye hacia el exterior y escapa del agujero negro.
El resultado explica por qué el agujero negro de la Vía Láctea es tan tranquilo y emite bastante menos rayos X energéticos de lo que cabría esperar.
Es probable que ocurra algo parecido en muchos de los agujeros negros supermasivos pertenecientes a las galaxias del universo cercano.
El corazón oscuro de la Vía Láctea. En el centro de nuestra galaxia, la Vía Láctea, se encuentra un agujero negro supermasivo.
Aunque durante mucho tiempo fue una afirmación controvertida, ahora esta hipótesis se apoya firmemente en dos décadas de observaciones, a partir de las cuales se pudo determinar las órbitas de 28 estrellas muy próximas al centro galáctico.
Astrónomos alemanes utilizaron los telescopios del Observatorio Europeo del Sur y sofisticadas cámaras que operan en el infrarrojo cercano para medir pacientemente las posiciones de las estrellas durante un lapso de tiempo más o menos prolongado.
A tal fin, siguieron una de ellas, designada como S2, durante una órbita completa que cumplió a una distancia de alrededor de 1 día-luz del centro de la Vía Láctea.
Los resultados de este estudio muestran más allá de dudas que S2 se desplaza bajo la influencia de la inmensa gravedad de un objeto invisible y compacto: un agujero negro con una masa de 4 millones de soles