Hay algunos conceptos básicos de la física que cuando te los cuentan por primera vez crees que se están quedando contigo.
Una de esas ocasiones es cuando te dicen que la velocidad de caída de un objeto debida a la atracción de nuestro planeta no depende de su peso.
Sí, ya sé que Galileo lo demostró hace bastante tiempo, pero es que resulta que tengo un pequeño en casa y tengo que prepararme mentalmente para cuando lleguen sus preguntas curiosas.
Por ahora él se dedica a experimentar tirando todo tipo de cosas al suelo y ya se debe haber dado cuenta de que los objetos pesados suelen caer a una velocidad mucho mayor que los ligeros y hacen mucho más ruido, para su gozo y deleite.
Así que ¿cómo podría explicarle que está equivocado?
Vamos a hacer un experimento rápido. Los materiales son fáciles de encontrar:
- un lápiz
- un trozo de papel
Ahora dejamos caer el trozo de papel y el lápiz a la vez.
El lápiz llegará rápidamente al suelo y mirará desde allí con desdén a la lenta hoja de papel que sigue su recorrido con caótica parsimonia.
Vaya, parece que seguimos dándole la razón al pequeño, así que vamos a hacer otra prueba: arrugamos el papel formando una bolita, cuanto más esférica mejor.
Volvemos a dejar caer el lápiz y el papel.
En esta ocasión llegan al suelo casi a la vez.
Ahora tenemos el momento perfecto para hacerle una pregunta al peque:
–Dime, ¿por qué ahora tardan prácticamente lo mismo en caer?
¿qué ha cambiado?
Es el momento de explicarle cómo la forma del papel ofrecía resistencia al aire que nos rodea, ese mismo aire que respiramos.
Explicarle que al arrugar la hoja has reducido drásticamente la resistencia que ofrece y que, en realidad, todos los objetos caerían a la misma velocidad si no estuviéramos rodeados de nuestra atmósfera.
Es hora de hablarle sobre las cometas que vuelan en la playa, los pájaros y los aviones; de cómo ese mismo aire, que frena la caída de los objetos, nos permite volar.
Es el momento ideal para enseñarle tus diseños magistrales de aviones de papel y bordarlo gracias al astronauta de este vídeo.
Cuando pasen unos años, tendrá la oportunidad de conocer la fórmula que rige este movimiento y de aprender a hacer cálculos como el de la velocidad terminal de un objeto en caída libre.
Pero lo más importante es que él ya habrá asimilado el concepto físico subyacente a todo esto, gracias a una simple hoja de papel y un lápiz.