Entrelazado cuánticamente con los hologramas del tiempoespacio, nuestro cerebro puede acceder a toda la información del universo como sistema integral. El físico Ervin Lazlo nos introuduce a su teoría de los campos Akashicos: la información como software cósmico.
El cerebro es nuestra interfaz con el mundo, la forma en la que el cuerpo humano conecta con los estímulos externos y los interpreta como la ‘realidad’. Quizás las dos analogías más usadas para describir al cerebro son una antena y una computadora; en el sentido de que la realidad que percibimos y los estados de conciencia a los que accedemos son un poco como transmisiones de radio o TV que recibimos en la interacción con el mundo exterior y nuestra propia computación de esta información: memoria e imaginación. Pero hay evidencia de que nuestro cerebro no sólo opera en un nivel de procesamiento de información bioquímio y bioeléctrico. Opera también a nivel cuántico, la naturaleza de nuestra conciencia está ligada al mundo a través de una resonancia de fase, como nos sugiere el reconocido físico Ervin Lazlo, nuestra conciencia es cuántica, y entendiendo la naturaleza cuántica de nuestra conciencia, entrelazada al mundo, podemos desarrollar una interrelación con todo lo que nos rodea, con los mismos procesos del universo, dando cabida a la posibilidad de que nuestra mente, en su red de relaciones, es el universo entero.
Lo que el cerebro hace es más complejo, veloz y sofisticado que el mero procesamiento bioquímico y bioeléctrico de la física macroscópica. Miles de reacciones químicas suceden cada segundo en cada célula de tu cuerpo, y el cerebro y el sistema nervioso aseguran la suficiente coordinación y coherencia para que tu cuerpo pueda mantenerse en el improbable estado físico en el que vivimos. El cerebro es el centro de comando que dirige el flujo de la información altamente coordinada y crucial para los procesos genéticos, químicos y fisiológicos. Estos procesos están basados en la interacción de moléculas, átomos y partículas subatómicas. Aunque en buena parte bioquímicos, estos procesos tienen también un significativo componente no-local. No-local se refiere al descubrimiento de la física de que la partículas una vez conectadas retienen su conexión e influencia entre sí incluso a la distancia –se dice que están entrelazadas (quantum entanglement, en inglés), y no importa la cantidad de distancia, su conexión es instantánea, por eso se dice no-local, porque no dependen de una ubicación en el espacio para transmitir una señal.
Las partículas y atómos de tu cuerpo están entrelazadas, reciben y transmiten información no sólo de forma bioquímica, sino a través del procesos conocido como “resonancia cuántica de fase congujada”. Este es un término usado por los físicos para describir las partículas que están entrelazadas no-localmente. Es gracias a la existencia de esta forma ultraveloz , ultrasutil, y enormente eficiente de transmitir información que tu cuerpo puede estar vivo y mantenerse así. En nuestro cuerpo una conflagración de señales se transmiten a mayor velocidad que la de la luz en una dinámica aparentemente caótica pero que mantiene la coherencia de un sistema integral. Nuestro mismo ADN parece comunicarse entre sí, transmitir la información de nuestro cuerpo de forma ”telepática”, es decir entrelazada cuánticamente. Dentro de nuestro cuerpo se da permanentemente lo que Einstein llamaba “spooky action at a distance”, el fantasma de la conexión cósmica que espantaba al físico alemán.
La física y la biología cuántica actual muestran que el cuerpo es también un sistema cuántico macroscópico. Se suponía que, aunque estamos compuestos integramente por estas partículas o quantums, los sistemas cuánticos solo existían en níveles submicroscópicos, donde los quantums están en un nivel de coherenecia en el que pueden sincronizarse entre sí. Pero nuevas teorías muestran que es posible que redes de quantums específicamente organizadas –en las que las partículas están entrelazadas- sean suficientemente robustas para mantener una coherencia cuántica a dimensiones macroscópicas y en temperaturas ordinarias.
Ervin Lazlo nos dice que cuando las computadoras cuánticas sean finalmente desarrolladas podremos acercarnos por primera vez a simular el procesamiento de información del cerebro humano. Las computadoras cuánticas teóricamente pueden procesar información en estados de entrelazaminto y de superposición –en 0s y 1s a la vez, como el gato de Shrödinger vivo y muerto-.
Con sus funciones de sistema cuántico, nuestro cerebro puede recibir información no solo de los sentidos sino directamente del mundo con el que está entrelazado –conectado de manera no-local. Esto es una teoría para explicar, evidentemente, los procesos conocidos como extrasensoriales o paranormales, el psiquismo –clarividencia, telepatía, etc.- y el chamanismo –generalmente ligado a la sanación y a la comunicación gnóstica con las plantas y los animales. Como conectarte a la computadora de alguien más vía Bluetooth.
Lazlo nos dice que la percepción cuántica del mundo es tan real como la percepción sensorial ordinaria:
“Todas las coas en el tiempo-espacio emiten ondas, y estas ondas interactúan con las ondas producidas por otras cosas. Crean patrones de interferencia de ondas. Las ondas de presión en el aire y las ondas eléctricas y electromagnéticas en el espectro EM disminuyen con la distancia y los patrones que producen se limitan a nuestra cercanía inmediata. Sin embargo, las ondas cuánticas (ondas que se propagan en el dominio de la energía virtual casi infinita que llena el espacio cósmico) se mueven instantáneamente sobre cualquier distancia. Estos tipos de patrones de interferencia constituyen hologramas cuánticos, los cuales están entrelazados –están conectados instantáneamente-. Como resultado, la información de un holograma cuántico puede ser transferida a cualquier otro holograma cuántico. De esta forma un sistema que puede leer la información de un holograma tiene acceso a la información que contienen todos los hologramas. Nuestro cerebro decodificador de resonancias cuánticas puede en principio capturar la información de cualquier cosa y de todo lo que crea una onda de interferencia cuántica en el universo”.
Aquí es donde las cosas se ponen interesantes, Lazlo incorpora la teoría del brillante físico David Bohm de la Totalidad Implicada, y los experimentos del neurofísico Karl Pribram, que concluye que el cerebro almacena la información de forma holográfica, con su propia teoría de los campos informativos, que llama campos Akashicos, de una forma que podría explicar las experiencias místicas con rigor científico. Abundan ejemplos en el arte y en la filosofía de lo que dice Lazlo, básicamente la posibilidad de percibir en una onda de interferencia la información del universo entero, lo que Borges llamó el Aleph, o en términos aún más pop, la letra de la canción de George Harrison “Inner Light”: “Without going out of my door, I can know all things on Earth, Without looking out of my window, I can know all the Ways of Heaven”.
La cruz de la cuestión aquí es como activar esta percepción, esta resonancia de fase cuántica conjugada, entendiendo que todas las cosas están formadas por hologramas cuánticos, lo cual permite un entrelazamiento y ergo un summo bonum de conciencia cósmica. No es necesario salir de tu cuarto para conocer Andromeda. Pero para capturar esta información nuestro cerebro debe tener la receptividad correspondiente. Lazlo nos dice que los científicos empiezan a entender como esta receptividad holocuántica puede implementarse en el cerebro.
“Parece que a nivel cuántico las señales están siendo recibidas por microestructuras en el citoesqueleto de nuestro cerebro (el citoesqueleto es una estructura basada en proteínas que mantiene la integridad de las células vivas, incluyendo las neuronas). Las neuronas en el cerebro están organizadas en una red de microtúbulos de tamaño microscópico pero de número astronómico. Hay como 1 x 1018 microtúbulos y solo 1 x 1011 neuronas (aunque de todas formas hay más neuronas que estrellas en la galaxia). Tienen filamentos de solo 5 a 6 nanómetros de diámetro, se creer que nuestra red de microtúbulos es capaz de capturar, procesar y transmitir información.
“Los físicos Roger Penrose y el neurofisiólogo Stuart Hameroff sostienen que la conciencia emerge de estos elementos a níveles cuánticos del citoesqueleto del cerebro. La red de microtúbulos podría ser responsable de la receptividad cuántica del cerebero, recibr, transformar, e interpretar información basándose en la resonancia de fase conjugada.
“… Tenemos lo que el neurocientífico Ede Frecska y el antropólogo Luis Eduardo Luna llaman modo “perceptual-simbólico-cognitivo”, basado en la información envíada por nuestros sentidos corporales y también tenemos el modo “directo-intuitivo-nolocal”, implementado por la receptividad cuántica de las micoestructuras de nuestro cerebro”.
La aportación de Lazlo va en el sentido de la teoría dominante hoy en la física cuántica de que fundamentalmente el universo está constituido de información, en su nivel más básico esta es la sustancia primordial del universo. Desde aquellas discusiones entre los filósofos pre-socráticos sobre sí el elemento primordial del universo era el agua, el aire, el fuego, la tierra, el éter o pleroma, etc., hasta el átomo y el quantum: una cantidad discreta de energía (la misma constante de Planck)… la forma más elegante de entender este bloque mínimo fundacional del que todo está compuesto es información; potencial inconmensurable de representarse como algo mensurable.
Lazlo dice que “en la última concepción de la física el universo no está constituido de materia y espacio, está constituido de energía e información. La energía existe en forma de patrones de onda y propagaciones de onda en el vació cuántico que forma el espacio; en sus varias manifestaciones, la energía es el hardware del universo; el software es la información. El universo no es un un ensamble de bits de materia inerte moviéndose pasivamente en el espacio vacío: es un todo coherente y dinámico. La energía que constituye el hardware está siempre totalmente informada. Esta informado por lo que David Bohm llamaba el orden implicado y los físicos ahora llaman el vacío cuántico o campo de punto-cero (también llamado espacio-tiempo físico, campo universal o nuéter). Esta es la in-formación que estructura el mundo físico, la información que percibimos como las leyes de la naturalez. Sin la información las ondas de energía y los patrones del universo serían tan aleatorios y desestructurados como el comportamiento de una computadora sin su software. Pero el universo no es aleatorio ni desestructurado; es precisamente informado. Si fuera mínimamente menos precisamente informado, los sistemas complejos no habrían surgido, y no estaríamos aquí para preguntarnos como este altamente improbable desarrollo llego a ser.
Ervin Lazlo, el físico húngaro, que también es pianista, ha tenido la valentía de entrar en zonas tabú para la física mainstream; su trabajo es una de los más sólidos modelos para explicar la conciencia y los alcances de la misma. Según Lazlo las experiencias místicas, “océanicas” en la terminología de Freud, pueden ser explicadas a través del entrelazamiento cuántico con el campo Akashico de la información. Es decir que, según Lazlo, el cerebro humano en estados de conciencia alterada (meditación, oración, por sustancias psicodélicas) es capaz de acceder a toda la información del universo que existe en cada cosa de este holograma tiempoespacial del vacío cuántico. Al conectarnos con el campo informativo, estaríamos conectándonos con la inteligencia que permea el universo. Exámenes electroencefalográficos en meditadores expertos y sanadores muestran que logran emitir un patron de ondas distinto (alfa y theta con picos de beta) del grueso de la población y sincronizar ambos hemísferios cerebrales.
En la medida que desarrollemos nuestra biocomputadora cuántica estaríamos ampliando esta capacidad de procesar la información, cuyo límite sería sólo el universo entero, entrelazado, la mente en el cielo, las estrellas adentro.