Había una vez una mujer…
En frágil equilibrio y desvalida,
al borde del abismo del oriente,
iba en busca del alba, ciegamente,
tanteando los umbrales de la vida.
Alerta y precavida,
un paso y otro paso y el siguiente,
lo mismo que una ola en la rompiente
tejiendo soledades a medida.
Huraña y temerosa
tenía la apariencia de la rosa
en ansias de retoño;
sin nadie que la habite,
igual que la tristeza del otoño.
Del libro de poemas Oceanario.
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