viernes, 11 de abril de 2008

Un ángel caótico.


Llevaba todo el día encerrado en mi cuarto. Escribía y descansaba, dibujaba y descansaba. Mi descanso consistía en asomarme a la ventana, y mirar a la calle, buscando parte de su inspiración, en el movimiento de la calle.

Estaba escribiendo lo que sería mi gran idea, pero sólo había conseguido escribir con coherencia unas diez páginas. El resto de las hojas habían acabado solitarias, y arrugadas, en la papelera.

En una de las ocasiones, en que me asomé a la ventana, vi que había comenzado a nevar. Los copos eran, en un primer instante, pequeños, y se deshacían al contacto con el marco de la ventana. Unos minutos más tarde, la nieve comenzaba a cubrir las copas de los árboles, y, poco a poco, la calle se revestía de color blanco.

Volví a mis papeles, dando un giro inesperado a mi escrito. Le pregunté a mi sombra, como sería vivir en el desierto con altas temperaturas, y que efecto produciría en la gente, la caída de la nieve. ¿Podría llegarse a considerar la sorpresa y la incertidumbre como rasgos naturales del entorno? ¿No sería una especie de efecto mariposa?

Al caer la tarde, tomé mi abrigo, mis guantes y bufanda, y bajé al parque. Necesitaba encontrar algo para proseguir...

Me acosté en el suelo, abrí las piernas y los brazos, y dibujé un ángel.

Efecto mariposa y el Caos.

Adolfocanals@educ.ar

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