Esta mañana te retrasaste. Estaba a punto de dar media vuelta, y volver a la calle, cuando te vi llegar con la cara somnolienta y tomar el tren. Me dio el tiempo justo de entrar detrás de ti.
Miraste a ambos lados, y encontraste un asiento libre. Yo me quedé de pie, al lado de la puerta, contemplándote. Paseaste tu mirada, hasta que encontraste algo o alguien interesante. Entonces, tomaste tu libreta, tu lápiz, y tras pensar un poco, comenzaste a escribir.
Algunas personas se te quedaron mirando, mientras movías la cabeza al son de la música clásica del vagón. Una niña con trenzas te sonrió, y le correspondiste con una de tus mejores sonrisas. Y seguiste escribiendo.
Me acerqué a ti, pero no te diste cuenta. Me senté a tu lado, y pude ver lo que escribías. Estabas tan concentrada... Tu cara se iluminaba a medida que ibas dando forma a tus palabras.
Me acerqué más a ti, casi podían mis labios rozarte la cara. Alargué la mano para acariciarte...
Pero te levantaste, y te abriste paso hasta llegar a la puerta.
Mañana, repetiremos la misma historia. Te seguiré esperando en el andén, y a entrar contigo, volverás a sacar tu libreta, y a escribir.
Pero seguirás sin verme y mi beso continuará suspendido entre tú y yo.
Y sólo... Porque ¿no existo?
Adolfocanals@educ.ar
Miraste a ambos lados, y encontraste un asiento libre. Yo me quedé de pie, al lado de la puerta, contemplándote. Paseaste tu mirada, hasta que encontraste algo o alguien interesante. Entonces, tomaste tu libreta, tu lápiz, y tras pensar un poco, comenzaste a escribir.
Algunas personas se te quedaron mirando, mientras movías la cabeza al son de la música clásica del vagón. Una niña con trenzas te sonrió, y le correspondiste con una de tus mejores sonrisas. Y seguiste escribiendo.
Me acerqué a ti, pero no te diste cuenta. Me senté a tu lado, y pude ver lo que escribías. Estabas tan concentrada... Tu cara se iluminaba a medida que ibas dando forma a tus palabras.
Me acerqué más a ti, casi podían mis labios rozarte la cara. Alargué la mano para acariciarte...
Pero te levantaste, y te abriste paso hasta llegar a la puerta.
Mañana, repetiremos la misma historia. Te seguiré esperando en el andén, y a entrar contigo, volverás a sacar tu libreta, y a escribir.
Pero seguirás sin verme y mi beso continuará suspendido entre tú y yo.
Y sólo... Porque ¿no existo?
Adolfocanals@educ.ar
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