Ella lo tenía harto, tan harto que si la tenía cerca le pagaba. No la toleraba. No toleraba sus reproches ¿de donde venís? ¿adónde vas? ¿con quién estuviste? ¡seguro estuviste haciéndote el mujeriego! Además hablaba y hablaba y nunca se callaba… ella hablaba hasta en los mails. Era insoportable seguir a su lado. Entonces la asesinó y la tiró al río donde solo la escucharan los peces.-
El señor trabajaba sin feriado fijo, un solo día era de descanso para él. Dormitaba acostado, sentado, parado… toda pose le venia bien. Ella no toleraba su calma y abandono al descanso . Sus eructos olor a café producían dolor de hígado instantáneo. Su carácter machista y altanero le crispaban los nervios y mellaban su interior. Ella lo odiaba. Lo decidió. Tomó su escopeta y le voló la cabeza; ahora estaba en paz su vida.-
Silbó la pava, ella cebó el mate y se lo pasó a él. Había mucho silencio. El prendió la televisión y en el canal de noticias no se escuchó ninguna noticia de asesinatos.
Los noticieros no relatan “sueños”…
Adolfocanals@educ.ar
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