Siempre he pensado que antes de vivir mi vida fui un ángel,
aunque un ángel muy cuestionado,
no es de extrañar en un mundo ilusorio y miserable,
lleno de una apariencia pueril e infame.
Bajé del cielo sin juicios falsos y con ideas profundas
y eso no difiere mucho del idealismo absurdo que rodea la tierra.
Digamos que la virtud de ser ahora un hombre
es el designio asombroso de una voluntad libre.
No poseo alma,
en realidad no tengo el conocimiento firme para estar seguro de ello,
sin embargo puedo reflejar el humilde y superficial hastío
que experimenta la inseguridad del hombre
como una máscara sin la franqueza de la bondad.
Por ejemplo, puedo vivir sin predicar la verdad,
pues es tan lúcida la buena conciencia qué,
ante el imperio de la estupidez
sólo debemos poseer buenos modales para alcanzar la esencia filosófica del alma.
Aunque esa fuerza vital ya no tiene el honor en mi corazón y eso,
sólo eso, es la ciencia exacta de un ángel caído
y aquello sólo admite una teoría:
Un ángel en el cielo, es sólo un ángel y un ángel en la tierra,
es ángel y demonio.
adolfocanals@educ.ar
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