jueves, 12 de junio de 2008

Alegato.



Yo no sé si el silencio suena o no.

Tampoco sé por qué en él me resulta tan sencillo dibujar, componer una melodía, escribir una novela, y trazar la más serpenteado camino.
Ni qué es la luz de una sombra.
Desconozco el motivo de que nunca llueva cuando salgo de casa con paraguas.
Y también quién determinó el sentido del giro de las agujas del reloj.
Ignoro cuántos días me costaría dar la vuelta al mundo.
Y cuál es la capital de las Islas Salomón, la fórmula química del acetato potásico, el número de hermanos de Mozart, y cómo se dice gracias en coreano.
Se me escapa el concepto de infinito, y el de eternidad.
Si, como dijo Balzac, la ignorancia es la madre de todos los crímenes, me confieso culpable de tantos delitos como para pasar el resto de mis días entre rejas.
Si vas a ser mi defensor, alega como circunstancia atenuante que tengo una certeza, la de haberla querido. Así, sin titubear.

adolfocanals@educ.ar

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