martes, 24 de junio de 2008

Hippocampus.



Cada día, poco después del amanecer,
le doy la bienvenida, nadando a su alrededor.
Inicio con ella una danza en la que ambos cambiamos de color,
paseamos entrelazados y hacemos piruetas juntos.

Diez minutos de mutua seducción,
diez minutos durante los que ignoramos al resto del mundo.
Nos despedimos después,
separándonos hasta el siguiente amanecer…

Si un día a perdiera tardaría mucho tiempo en volver a tomar otra pareja;
puede que incluso no volviera a enamorarme jamás….

adolfocanals@educ.ar

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