
Lo declamó a voces sin escatimar palabras.
Se lo escribió mil veces, en cada letra, asomaba el alma.
Por cada verbo, en cada signo; amores suspiraba.
En los besos ofrecidos y los que no aceptaba.
En los consuelos rogados y las caricias esquivadas.
A todas horas, cada minuto se lo gritaba.
Te quiero, te quiero...
Mas ella no escuchaba, sus oídos estaban sordos.
La mirada lo prometía,la sonrisa lo atestiguaba.
Te quiero, te quiero,
El despilfarrando ternuras,
ella, la indiferencia como arma,
sin espacio en su aforo para la pasión encarnada.
En la lengua los te quiero de impotencia se desangran...
Al tercer acto llegó el desamor,
el fin, lo firmó la nada.
Cayó el telón,
el escenario se hizo escarcha.
Se apagaron las luces,
se plegaron las butacas,
el drama dejó de representarse
en los teatros y las plazas.
Otra obra sin actores;
otra leyenda olvidada.
adolfocanals@educ.ar
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