viernes, 27 de junio de 2008

Un cuento cada noche.


El pequeño ritual se repite cada noche, día a día.

Él con el rostro cansando, pero esbozando una tierna sonrisa cruza las maderas conducen a su habitación. No hace mucho que ha llegado a casa, después de un día de trabajo.

Ella con la mirada somnolienta, pero aguardando con ilusión que se abra la puerta de su habitación y que el entre.

Es el momento mágico del día para ambos.

Ella se sienta en el filo de su cama, y él con el libro en su regazo hace lo mismo. Una mano mantiene el libro a la distancia perfecta para que ambos puedan ver las imágenes, mientras é lee.

El otro brazo, protegiéndola, acercándola a su cuerpo, acunándola con todo su amor.
La voz suena dulce en el silencio de la casa; las miradas cómplices disfrutando de ese momento. Su… faltan páginas papá!!!. Sus piernas abrazadas a su cuello.
Noche a noche avanzan en la lectura, en la aventura; crean pequeños vínculos que perdurarán en el tiempo.

Pasados los años, dejará de ser la niña, vendrá su propio niño, aunque siempre será su niña. Quizás olviden los títulos de los cuentos, los nombres de los personajes; pero esos momentos compartidos, lazos indestructibles de amor, nos los olvidarán nunca.

Permanecerán siempre en sus mentes, en sus corazones; y quien sabe... quizás ya adulto escriba esa historia como un cuento para otros niños.

Te acordas mi Paulita de nuestros cuentos… tu papá.

adolfocanals@educ.ar

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