
La flor se quedó sobre la mesa,
se quedó al costado del diario que no le avisó lo mas importante del día.
-Debió decirle aunque sea entre líneas que ella no vendría -
Y para qué ocultarlo,
al lado de la flor se quedó también su pena,
envuelta en una servilleta que le arropó el desamparo.
Pensó en llevarla consigo,
darle alojamiento en alguna de sus vértebras,
mirarle indefinidamente sus colores pálidos y avizorar todos los finales posibles.
Pensó en ahogarla con alguna bebida, tirarla bajo el tren del mediodía.
No quiso.
Todo cuanto pensó le pareció fatal.
Por eso prefirió dejarla allí,
anclada en aquella mesa perdida,
al reparo de los vientos y lejos de su porfía.
adolfocanals@educ.ar
se quedó al costado del diario que no le avisó lo mas importante del día.
-Debió decirle aunque sea entre líneas que ella no vendría -
Y para qué ocultarlo,
al lado de la flor se quedó también su pena,
envuelta en una servilleta que le arropó el desamparo.
Pensó en llevarla consigo,
darle alojamiento en alguna de sus vértebras,
mirarle indefinidamente sus colores pálidos y avizorar todos los finales posibles.
Pensó en ahogarla con alguna bebida, tirarla bajo el tren del mediodía.
No quiso.
Todo cuanto pensó le pareció fatal.
Por eso prefirió dejarla allí,
anclada en aquella mesa perdida,
al reparo de los vientos y lejos de su porfía.
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