Ayer ...
La tierra seca y agrietada habla a los cielos lanzando mudas plegarias.
Plegarias que hablan de lágrimas,
de hambre, de pies heridos sobre su suelo.
La tierra seca y agrietada sueña con nubes de agua que la rieguen.
Con semillas que recibiría en su vientre,
haciéndolas germinar con el amor de una madre.
La tierra seca y agrietada sufre la visión de su gente.
Caminares lentos y cansados de una justicia que no los abraza.
Brazos de madres que con pechos secos engañan el hambre de sus hijos.
Y allá a la sombra de un árbol que todavía se pregunta como vive,
un niño a su madre le habla de esta manera:
- Madre ¿por qué no hay agua? -
Madre ¿por qué tengo hambre? -
Madre ¿por qué mis pies sangran?
Y la madre le acaricia la cabeza
y le habla de que un día llegará el agua y agarrarán frutos de la tierra.
El niño abre sus grandes ojos y pregunta sorprendido:
- ¿aquí madre? -
Sí hijo. Tú lo verás -
¿cuándo madre? -
Cuando crezcas.
Cuando tus brazos sean mi bastón.
Cuando haya justicia en esta tierra.
Y el niño decidido contesta:
- Dame la mano, madre.
Cuando yo sea hombre,
aquí en esta tierra habrá agua, habrá comida.
-Cuando yo sea hombre, madre, en esta tierra habrá justicia.
La madre mira a su hijo, sueña
y apareciendo en sus labios una sonrisa premonitoria,
le dice:
- Sí hijo, cuando tú seas hombre, traerás la justicia.
Y los dos con paso lento y sueños en la mirada,
caminan, hacia un horizonte que les espera.
adolfocanals@educ.ar
Plegarias que hablan de lágrimas,
de hambre, de pies heridos sobre su suelo.
La tierra seca y agrietada sueña con nubes de agua que la rieguen.
Con semillas que recibiría en su vientre,
haciéndolas germinar con el amor de una madre.
La tierra seca y agrietada sufre la visión de su gente.
Caminares lentos y cansados de una justicia que no los abraza.
Brazos de madres que con pechos secos engañan el hambre de sus hijos.
Y allá a la sombra de un árbol que todavía se pregunta como vive,
un niño a su madre le habla de esta manera:
- Madre ¿por qué no hay agua? -
Madre ¿por qué tengo hambre? -
Madre ¿por qué mis pies sangran?
Y la madre le acaricia la cabeza
y le habla de que un día llegará el agua y agarrarán frutos de la tierra.
El niño abre sus grandes ojos y pregunta sorprendido:
- ¿aquí madre? -
Sí hijo. Tú lo verás -
¿cuándo madre? -
Cuando crezcas.
Cuando tus brazos sean mi bastón.
Cuando haya justicia en esta tierra.
Y el niño decidido contesta:
- Dame la mano, madre.
Cuando yo sea hombre,
aquí en esta tierra habrá agua, habrá comida.
-Cuando yo sea hombre, madre, en esta tierra habrá justicia.
La madre mira a su hijo, sueña
y apareciendo en sus labios una sonrisa premonitoria,
le dice:
- Sí hijo, cuando tú seas hombre, traerás la justicia.
Y los dos con paso lento y sueños en la mirada,
caminan, hacia un horizonte que les espera.
adolfocanals@educ.ar
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