martes, 29 de julio de 2008

Lugar: cualquier sitio del Chaco.

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Mañana ...

La tierra seca y agrietada habla a los cielos lanzando mudas plegarias.
Plegarias que hablan de lágrimas,
de hambre, de pies heridos sobre su suelo.

La tierra seca y agrietada sueña con nubes de agua que la rieguen.

Con semillas que recibiría en su vientre,
haciéndolas germinar con el amor de una madre.

La tierra seca y agrietada sufre la visión de su gente.
Caminares lentos y cansados de una justicia que no los abraza.
Brazos de madres que con pechos secos engañan el hambre de sus hijos.

Y allá a la sombra de un árbol que todavía se pregunta como vive,
un niño a su madre le habla de esta manera:

- Madre ¿por qué no hay agua? -
Madre ¿por qué tengo hambre?
-
Madre ¿por qué mis pies sangran?


Y la madre le acaricia la cabeza
y le habla de que un día llegará el agua y agarrarán frutos de la tierra.

El niño abre sus grandes ojos y pregunta sorprendido:

- ¿aquí madre? -

Sí hijo. Tú lo verás
-

¿cuándo madre?
-

Cuando crezcas.
Cuando tus brazos sean mi bastón.

Cuando haya justicia en esta tierra.

Y el niño decidido contesta:
- Dame la mano, madre.

Cuando yo sea hombre,
aquí en esta tierra habrá agua, habrá comida.

-Cuando yo sea hombre, madre, en esta tierra habrá justicia.

La madre mira a su hijo,
sueña
y apareciendo en sus labios una sonrisa premonitoria,


le dice:
- Sí hijo, cuando tú seas hombre, traerás la justicia.

Y los dos con paso lento y sueños en la mirada,
caminan,
hacia un horizonte que les espera.

adolfocanals@educ.ar

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