lunes, 28 de julio de 2008

Un, dos, tres, cuatro ...


Los remos se movieron acompasados,
siguiendo el ritmo que marcaban las pestañas de ella
(un pestañeo, dos, tres, cuatro…).

Al llegar de nuevo al embarcadero se dio cuenta de que la amaba
(un latido, dos, tres, cuatro…).

Se preguntó si el mareo que sentía sería fruto del ligero vaivén
provocado por el suave oleaje del lago
(una ola, dos, tres, cuatro…)
o
la consecuencia de haberse enamorado en un
(dos, tres, cuatro…)

abrir y cerrar de ojos.

adolfocanals@educ.ar

No hay comentarios: