Era tan grande la casa que un día el niño simplemente desapareció.
Lo buscamos en todas las habitaciones,
recorrimos los largos pasillos, miramos en las terrazas, en los balcones;
en las criptas y las catacumbas;
incluso en los jardines que tan vivaces se extendían tras los muros.
Al fin, pasadas varias noches, tal vez semanas,
cesamos nuestra búsqueda infructuosa, resignados a la fatalidad.
recorrimos los largos pasillos, miramos en las terrazas, en los balcones;
en las criptas y las catacumbas;
incluso en los jardines que tan vivaces se extendían tras los muros.
Al fin, pasadas varias noches, tal vez semanas,
cesamos nuestra búsqueda infructuosa, resignados a la fatalidad.
Era tan grande la casa que años después, muchos años después,
por una de las tantas escaleras, jugando con su pelota roja,
el niño simplemente reapareció.
Miró en nuestros ojos la vejez y las lágrimas,
y sin desdibujar su sonrisa de niño,
preguntó:
quién podía prepararle una taza de chocolate caliente.
adolfocanals@educ.ar
por una de las tantas escaleras, jugando con su pelota roja,
el niño simplemente reapareció.
Miró en nuestros ojos la vejez y las lágrimas,
y sin desdibujar su sonrisa de niño,
preguntó:
quién podía prepararle una taza de chocolate caliente.
adolfocanals@educ.ar
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