viernes, 8 de agosto de 2008

Detrás del maniquí ...


Un maniquí con las uñas pintadas

en una sola mano,

la izquierda, clava la vista en mí.


Mis manos no lo pueden tocar

sin embargo sus puntiagudos dedos

y sus ojos recorren mi piel:

comienza ahí el deterioro.


¿Por qué un maniquí puede

dominar mis sentidos y mi mente?

Un maniquí no es más que un ave sin cielo ni vuelo

una farsa de la vida, una hipocresía plastificada.


Sin embargo, esos ojos ciegos

me han dejado una marca que se muestra

como un arañazo del destino de lo no real.

adolfocanals@educ.ar

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