martes, 12 de agosto de 2008

¿Qué es la intuición?.


Sofía, me preguntaste sobre:


¿Qué es la intuición? podríamos definirla como un mecanismo cerebral que poseemos todas las personas, más o menos desarrollado, por el que somos capaces de conocer la respuesta a una pregunta indeterminada, o dicho de otra forma, la capacidad que tenemos de percibir ciertas señales, aparentemente no ligadas entre ellas, que nos llevan a una conclusión no buscada sin seguir el proceso lógico del pensamiento.


Es muy importante no confundir la intuición con otro tipo de sentimientos o emociones que pueden solaparla, como son la duda, la conjetura, el temor...
Hay muchos autores que dividen la intuición en dos tipos diferenciados: por un lado, la intuición cognitiva y, por otro, la intuición emocional.

La intuición cognitiva sería aquella que, partiendo de ciertos conocimientos, nos lleva a alcanzar una respuesta no buscada o no esperada y que surge, aparentemente, de la nada, ya que en el momento en que la respuesta se hace presente, los conocimientos previos no se encuentran en el pensamiento consciente.

La intuición emocional sería la que ante una serie de alarmas no conscientes, nos lleva a una conclusión no explicable, pero que estamos seguros que es cierta.

Creo que ambos tipos son exactamente lo mismo.

En los dos casos, siempre partimos de unos conocimientos previos que pueden haber sido adquiridos en gruesos libros de texto, o en la experiencia vivida, y, en ambos casos, la aparición de la respuesta o conclusión, en el momento de obtenerla, no es explicable, ya que su elaboración se salta sistemáticamente nuestro sistema deductivo, pero que si dejamos pasar un tiempo, aparecen siempre los conocimientos ocultos.

La intuición cognitiva llevó, por ejemplo, a Friedrich August Kekulé von Stradonitz (1829-1896), químico alemán, a descubrir, en forma de revelación onírica, la estructura en anillo de la molécula del benceno. En realidad tuvo más sueños reveladores, y no sorprende que defendiera públicamente el valor de la intuición. Podemos recordarlo brevemente.

Un atardecer de 1865, frente al fuego de la chimenea en su estudio de Gante, casi a oscuras, dando vueltas en la cabeza al problema planteado, nuestro investigador se quedó adormilado. Pronto tuvo una visión; en ella reconoció un conjunto de átomos juguetones (escena que ya había contemplado en un sueño anterior) que acababan dando forma a una especie de gusano o serpiente que se mordía la cola: algo así como el uróboros, icono alquímico. Despertó inmediatamente, y dedicó las horas siguientes a disponer los átomos en anillo, hasta que llegó a la conocida arquitectura hexagonal del C6H6. Aproximadamente así nos describió la experiencia este químico, que por cierto también había estudiado Arquitectura.

Por supuesto, en la mente de Kekulé estaban todos los conocimientos para llegar al anillo de benceno, sólo que estaban desordenados. Le bastó una imagen para unirlos y llegar a una conclusión lógica, no esperada.

La intuición emocional tiene un componente visceral. Se manifiesta con sensaciones que nos avisan de algo, nos advierten. Se nos disparan alarmas inconscientes (aparentemente) que nos hacen ponernos en guardia, generalmente, hacia personas o situaciones. Si alguien nos pregunta ¿por qué? o nos lo preguntamos nosotros mismos, y respondemos sin ahondar en nuestra segunda memoria (*), indefectiblemente, la respuesta será, no sé...

Pero, claro que lo sabemos. Nuestro subconsciente ha seguido las pistas de experiencias anteriores, las ha unido sin darnos tiempo a darnos cuenta y ha elaborado una respuesta, para la que, en principio, no tenemos explicación.

Por lo tanto, los dos tipos de intuición se basan en lo mismo y llevan a idéntico tipo de conclusión. Parten de unos conocimientos previos, siguen con un proceso mental de unión de estos y alcanzan una respuesta no buscada.

Que esos conocimientos sean teóricos o se hayan ido aprendiendo de la experiencia, da igual.

(*) Lo que llamo segunda memoria, es ese conjunto de recuerdos no censados como tales que todos poseemos y que constituyen un verdadero mecanismo de supervivencia. Sólo si ahondamos en nuestras experiencias, en nuestras relaciones con otros individuos, podemos encontrar su origen.


Siempre que pasa igual, sucede lo mismo

Nos suele suceder que no recordamos el "igual"
y nos sorprende alcanzar la conclusión de lo "mismo"


adolfocanals@educ.ar

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