jueves, 11 de septiembre de 2008

Dime que lo ves ...


¿Hueles el viento?, ¿se siente bien, no?, yo creo que sí, a veces siento como me susurra al oído y me dice secretos que sonrojarían a cualquiera. ¡Pero no pienses que es mi locura!, ¡No!,  ¡estoy más cuerdo que muchos!, si te lo cuento es para que entiendas mi complicidad con él.

 Además está de más decirte que no es fácil tener amigos en este lugar. Yo te considero mi amiga. ¿Lo eres? No te escucho decir nada, a veces pienso que te burlas de mí, que piensas que soy un loco y te juro que si lo fuera sería un loco con verdadera locura lúcida. Pero lamento decepcionarte amiga mío, no estoy loco, soy normal. Sí, te defraudé. Lo sé, lo siento.

¿Ves la hilera de hojas verdes recién nacidas que mece el viento en la copa del árbol?, ¿la ves?, por favor dime que sí. Concéntrate y mira a través de las hojas. ¿Viste que hermoso color verde transparente?, ¿acaso no te recuerda la ternura de la brizna de hierba virgen en un campo no manchado por el humano?, a mí sí, aunque nunca la haya visto pues ningún humano estuvo antes ahí. ¿Me quieres, verdad amiga? Yo sí. No es poca cosa la que te he dicho, créeme, te he hablado con el corazón, es lo que siento cada tarde que me siento en este espacio solitariamente y tú apareces. Los años, creo yo, son los culpables que me sienta así, tan tu amigo, tan fusionado a mi interior. ¡Mira!, ¡Pájaros!, ellos sí que son verdaderamente libres. Juegan con el viento que trae el olor que huelo y los susurros que me llegan.

No quiero volver a estar encerrado con esos locos, quiero quedarme aquí contigo. No me importa que digan de mí, ya lo sabes. Esas paredes blancas me lastiman amiga, ¿lo sabías?, no, nunca te lo conté. Ahora te lo dije, sí, porque eres mi amiga. Por favor no permitas que me lleven dentro. Las muñecas y los tobillos me duelen horrorosamente cada vez que me atan a la cama. Les grito que no estoy loco pero se burlan de mí con risas fantasmales que me perforan los tímpanos y mientras son partícipes de esa danza burlesca veo como la punta de la aguja deja escurrir una gota de ese líquido que te borra de mi vista, que te aleja de mí, que me hace infeliz y me deja nuevamente solo, triste e irreal.

Por favor amiga no te alejes de mí, ayúdame, que quiero seguir escuchando susurros del viento y viendo la vida pasar a través de algo tan simple como una hoja del árbol.

adolfocanals@educ.ar

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