
Te obligaste al silencio,
te guardaste tus palabras,
apretaste los puños
y
tragaste con dosis de miedo,
cerraste tu boca con hilos invisibles.
Poco a poco el ruido del silencio se volviò ensordecedor.
retumbaban las palabras como campanadas.
Otras veces aleteaban como pájaros enjaulados,
lograron descoser tu boca y poco a poco fueron saliendo
mientras dejabas detrás tuyo el Pasaje del Silencio.
...
Hoy tus palabras me llegan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario