De todas las estrellas
nos viene el alfabeto con su luz,
por eso cada letra
es un mundo enigmático y arcano.
La A viene de Arcturus, de Bootes,
desde allí nos inunda con su alma.
De Bellatrix la B, en onda de Orión,
un entramado cósmico de viajes
a través de galaxias y de púlsares.
La C, de Cebalrai,
desde Ofiuco nos trae regalos de oro
en copas de ámbar fino.
La CH llega de Chow, también de Ofiuco,
y sabe seducir
con su belleza armónica,
con música de jade y lapislázuli.
De Difda, desde Cetus,
proviene nuestra D, tan necesaria.
Eltanim, desde Draco,
nos subyuga con cantos mitológicos,
nos enseña que todo es esperanza,
incluso cuando ya no queda nada,
nos trae la E de espejo.
La F viene siempre con secretos
y desde Formalhaut llega en antorchas,
desde Piscis Austrinus.
La G reina sin trabas en Gomeisa.
La H está en Hydor, soñando eterna,
con visiones de paz y de armonía.
La I duerme en Izar desde hace eones.
Y la J en Jabbah que está en Escorpio.
De Khambalia la K, desde la Virgen,
nos aporta los ríos de sorpresas,
ocultas en la infancia y el silencio.
La L, de Lasath,
ofrece sus secuencias de misterio
a través del océano atmosférico.
Y de Mirzam la M, tan mimosa,
nos obsequia con todos los sonidos
que suenan en quietud al meditar.
De Nashira sublime viene N
a expresar su candor con voz de ave.
Y la O sabe ser, casi profética,
el asombro del mundo desde Ofiuco.
Para orientarse siempre, el ser humano,
al navegar por mares,
ha contemplado siempre a Polaris
donde vive la P entre grandes brújulas.
La Q desliza suave su mutismo,
desde Quilla en locura, en noches frías.
R, de Rasalgueti, trae bombones
de galaxias lejanas desde Hércules.
La S, tan inmensa en su vesania,
cruza los universos desde Shaula.
Y Tarazed del Águila nos baja
la T que nos impulsa a ser más libres.
De Unukalhai nos habla la U de Uriel,
para dejarnos siempre la pureza.
La V abierta al canto de los ángeles
desde Vega en su Lira nos embriaga,
con sílabas repletas de ambrosía
de los dioses sin nombre y sin el vértigo.
La W (doble) etérea nos ampara
dentro de los Gemelos, en Wasat.
Y Yildum desde la Osa
Menor nos trae la Y (griega),
para poder hacer nexos sin trabas.
Por último en Zaurak, desde Eridanus,
tiene su residencia la gran Z.
Ana Muela Sopeña.
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