Alanina,
tú eres el impulso de la vida,
una casa sagrada con rubíes;
Cisteína,
la creatividad en su conjunto,
el vuelo de las águilas por cumbres;
Ácido Aspártico,
sabiduría arcana de la Tierra,
las grutas con las hadas entre el jade;
Ácido Glutámico,
belleza restaurada de los mares,
una ninfa vestida de Arco Iris;
Fenilalanina,
la voluntad del Ser y la constancia,
un mago residiendo en Reinos de Agua;
Glicina,
las normas, lo sagrado, lo ancestral,
las leyes de los años que no existen;
Histidina,
el amor de AdánEva entre pistilos,
los amantes tejiendo sus olvidos;
Isoleucina,
la fuerza de conquista y seducción,
el juego de los dedos entre imanes;
Lisina,
nobleza de alma blanca, integridad,
la escarcha en las montañas, pensativa;
Leucina,
la soledad, eterna compañera,
las hojas entre lluvia, sin amparo;
Metionina,
el karma, la fortuna, los vaivenes,
los cofres enigmáticos con barro;
Asparagina,
justicia desde el cielo en su medida,
la nieve en el invierno sin los dioses;
Prolina,
el sacrificio libre por los otros,
el mundo renacido sin horarios;
Glutamina,
los cambios, mutaciones, variaciones,
serpientes con su piel que van mudando;
Arginina,
templanza y equilibrio sin matices,
capullos de violetas en esbozo;
Serina,
empezar desde cero sin disfraces,
las rocas con sus sílabas del tiempo;
Treonina,
las esperanzas llenas de caricias,
las nómadas estrellas desde
Orión;
Valina,
la amistad y el calor de los afines,
los Querubines niños con luz blanca;
Triptófano,
el despertar de todos con sus códigos,
la historia que despacio va ascendiendo;
Tirosina,
el Mundo donde el Ser se Autorrealiza,
homínidos que aprenden a ser Hombres.
Ana Muela Sopeña
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