El universo observable es un lugar enorme poblado por al menos unos 100 mil millones de galaxias, cada una con varias decenas de miles de millones de estrellas. Con esos números tan colosales,
¿alguien se atrevería a negar la existencia de otras civilizaciones ahí fuera?.
El proyecto SETI, tomó esa idea como punto de partida para la búsqueda de civilizaciones capaces de enviar algún tipo de señal de radio. El resultado de esa búsqueda es negativo a pesar de que –según observamos en la gráfica– se ha explorado una parte importante de nuestro grupo local de galaxias para civilizaciones capaces al menos de emitir con unos 10²⁵ watios.
La ausencia de evidencia no es evidencia de ausencia, por supuesto, pero el resultado de SETI no confirma más que las civilizaciones tecnológicas son raras en el universo.
Pero, ¿cuánto de raras?
¿Y cómo es posible entonces que estemos aquí?. Imagínese el lector un premiado en la lotería primitiva haciendo el mismo razonamiento. Si la probabilidad de ganar la primitiva es de uno en 14 millones, ¿cómo es posible que me haya tocado?. Lo único que le dice en realidad esa improbabilidad al premiado –y a nosotros como especie inteligente-- es que ganar la primitiva otra vez y encontrar una inteligencia extraterrestre evolucionada en otro planeta similar a la Tierra es muy difícil.
Se hacalculado la probabilidad de presencia aleatoria de la inteligencia en un planeta tipo Tierra a partir de un organismo unicelular es de una de un uno seguido de un millón de cero.
Pero supongamos, que por algún motivo los cálculos se equivocan, y la aparición de especies inteligentes es mucho más probable. Entonces, ¿por qué no están ya aquí?. Esa es la famosa Paradoja de Fermi.
Para ver que la paradoja es realmente robusta, supongamos que las civilizaciones han aparecido digamos en los últimos mil millones de años de la vida del universo –en la Tierra ya habían medusas y gusanos segmentados desde esa época conocida como Era Proterozioca.
La mayoría de civilizaciones que estuviesen por ahí tendrían al menos varios millones de años de existencia. Pero en un millón de años se podríavisitar toda una galaxia mediante sondas automáticas autorreplicantes y autoensamblables utilizando tecnología de propulsión ya existente. Y si la existencia de civilizaciones fuese relativamente probable, y aunque sólo una pequeña fracción de éstas decidiera embarcarse en ese tipo de aventuras, no queda otra conclusión más natural que la exploración de prácticamente todo el universo observable es básicamente inevitable.
Otra posibilidad sería que las civilizaciones duraran un tiempo limitado de unos pocos miles de años que evitaría la existencia de alguna civilización que se embarcara en la visita de toda el universo. Pero eso implicaría que la coincidencia temporal de dos civilizaciones sería tan improbable, que sería equivalente a que no hubiesen existido, para todos los efectos prácticos.
La paradoja de Fermi sólo tiene una escapatoria. Y es que, por la razón que sea, hayamos sido de los primeros en llegar al estado de civilización tecnológica. Eso no descarta que en el futuro pudiesen aparecer más civilizaciones.
La conclusión de todo esto es que, bien estemos solos en el universo observable, bien seamos los primeros del club, tenemos una enorme responsabilidad con el futuro no sólo de nuestro planeta, sino de todo el universo.
Tenemos que aumentar nuestras probabilidades de supervivencia al menos hasta que seamos capaces de construir esas sondas autorreplicantes y auntoensablables. Y no lo estamos haciendo muy bien.
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