
Divagando por mundos imposibles
el sueño de la vida me sorprende,
entre muertes veladas por la historia
en el quark sin vestigios de la sombra.
Un druida agazapado entre la niebla
emerge del enigma en la ebriedad,
con un árbol desnudo en la penumbra,
en desvío de estrellas eonarias.
Deseo primigenio entre los lobos
que conversan con búhos de la noche
sobre siluetas diáfanas de luna.
La luz se ha enamorado de frecuencias
ocultas entre cuevas del amor
de inmensidad creciente en la galaxia.
Ana Muela Sopeña
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