
Ser o no ser.
Las dos y ninguna.
Esa es la cuantostión.
En el campo de la medicina, la ingeniería genética y la biología molecular son las que descollan. Si nos fijamos en la cosmología, lo mas comentando con las cosas que llevan como coletilla la palabra “oscura”. Si observamos la física, todo lo domina el LHC y sus partículas. Pero si nos paramos a mirar en el mundo de la computación lo primero que aparece es la cuántica. Si señor. La cuántica. Esa cosa difusa que nadie entiende bien pero que todo el mundo tiene en la boca. Y de la mano de esta ínclita invitada nos llega otra sorpresa en primicia. Un grupo de investigadores internacionales han conseguido algo insólito. Han logrado guardar un Qubit de información en un átomo de fósforo durante 1.75 segundos. Y dirán ustedes ¿Y qué? Qubit de esos me desayuno yo unos cuantos todos los días frente a mi ordenador.
No tanto, amigo. Usted se podrá merendar, como mucho, un buen puñado de bits que son la unidad de información que rige nuestro mundo macromolecular. En éste ámbito un bit significa que un interruptor puede estar o encendido o apagado, es decir, que puede tener sólo dos valores. Y con esa premisa tan simple, se construye toda la informática actual, con nuestros gigas y nuestros Pentium. Pero a niveles subatómicos, ese lugar tan pequeño que no alcanzamos ni a imaginar pero que existe, las cosas no suceden de esta manera. En el mundo cuántico, las partículas subatómicos logran existir en múltiples estados de forma simultánea: esto es, pueden, literalmente, estar en dos lugares a la vez o poseer un número de propiedades de otra forma mutuamente exclusivas. Dicho de otro modo, que pueden adoptar un estado de abierto, de cerrado o de ambos a la vez. Eso es lo que se llama un qubit de información en el dominio cuántico. Parece imposible, ¿verdad? Pues así sucede. En el mundo cuántico las cosas pueden ser o no ser, ambas a la vez.



Bien, ya hemos conseguido que la información se mantenga durante el tiempo suficiente para aplicarle una corrección de errores y de esta forma lograr obtener que los datos permanezcan indefinidamente. Los errores se producen cuando un bit se da la vuelta accidentalmente y dice '1' cuando en realidad quiere decir '0', o viceversa. Los ordenadores corrientes pueden protegerse de este error utilizando la redundancia. En un programa, los datos se envían por triplicado, de forma que 101 se convierte en 111000111. Programas pequeños y sencillos están alerta en busca de los tríos corruptos como 010 o 110, y restauran los bits equivocados para que se ajusten a los otros dos. Para la informática cuántica, la corrección de errores es más complicada pero también funciona. Se protege un qubit mediante el uso de un complejo programa que despliega su valor por un grupo de cinco qubits que están enmarañados (entangled) cuánticamente. Eso significa que si uno de los qubits se corrompe, su valor original puede recuperarse analizando los otros cuatro.
En resumen, aunque parezca que 1.75 segundos apenas significan nada, en realidad representan la diferencia entre poder guardar información cuántica en un átomo de manera ilimitada o no, lo cual a su vez permitirá un desarrollo definitivo de esta tecnología. Los bits no tardarán mucho en ser reemplazados por sus hermanos los qubits. Y cuando esto suceda, tengan por seguro que el avance será tan espectacular que se iniciará una nueva era en la historia de la humanidad. Imaginen las innumerables líneas de avance que significarían un ordenador cuántico con semejante poder de proceso y de almacenamiento. La física, la medicina, la genética, la química, las telecomunicaciones. Todas las ramas del saber se verían inevitablemente aceleradas a la velocidad de la luz.
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