
Tu piel entre una lluvia de silencio
me sorprendió en el límite del vértigo,
con sombras adheridas a los huecos
de todas las ausencias.
Subí por la escalera
del enigma
hacia tus ojos dúctiles de luz.
En la morada azul de la belleza
sumergí mi nostalgia en agua-luna
y todos los momentos del pasado
despidieron la muerte en sus abismos.
Ahora estoy ya libre
de ese peso.
Soy intuición del orbe
y sus estrellas.
Me nievan las palabras por las manos
y construyo los puentes con gravilla
hacia un suave crepúsculo
de tiempo.
Ana Muela Sopeña
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