
Como he dicho antes, este tipo de principios se llevan desarrollando desde hace muchísimo tiempo. En concreto, el primer principio de mínimo del que se tiene constancia fue pronunciado en el campo de la óptica por Herón de Alejandría en el siglo II a.c.
Este, encontró que la ley que rige la reflexión de la luz, puede obtenerse asumiendo que un rayo de luz que viaje de un punto a otro reflejado en un espejo plano recorre siempre el camino más corto. Con un sencillo desarrollo geométrico sobre esta idea llegamos, efectivamente, a la igualdad entre los ángulos de incidencia y reflexión.
No obstante el “principio del camino más corto” de Herón no sirve para obtener una ley para la refracción.
Será Pierre de Fermat, abogado, lingüista y matemático francés el que en 1657 formule nuevamente este principio asumiendo que los rayos de luz viajan de un punto a otro siguiendo el camino que requiera el menor tiempo posible. Este “principio del tiempo mínimo” de Fermat conduce no solo a la ley la reflexión, sino a la conocida ley de Snell para la refracción, hallada empíricamente en 1621.
Los estudios acerca de los principios de mínimo continuaron y, en la segunda mitad del siglo XVII, Newton, Leibniz y los hermanos Bernoulli, todos físicos y matemáticos de renombre iniciaron el desarrollo de una parte de las matemáticas conocida como cálculo variacional y que seguramente vosotros conoceran con el nombre coloquial de “derivadas e integrales”.
En 1828, Gauss (quién si no) y Hertz, desarrollaron principios parecidos y conocidos como “principio de la ligadura mínima” y “principio de la curvatura mínima” respectivamente.
Sin embargo, no fue hasta 1835, que el matemático y astrónomo escocés Sir William Rowan Hamilton (que no tiene nada que ver con el piloto de Fórmula 1) enunció lo que se conoce como “Principio de Hamilton” y del cual los anteriores no son más que casos particulares.
Es decir, Hamilton enunció así un principio general que daba pie a la unión de la mecánica clásica con la óptica y la mecánica cuántica.
Este principio dice:
Y este principio es básico en la mecánica clásica, e incluso es equivalente a las Leyes de Newton. Es decir, es un principio que es capaz de extender las sencillas leyes de Newton (si bien con modificaciones) a campos tan dispares como el estudio de la óptica o las partículas subatómicas.
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