viernes, 6 de febrero de 2009

Admitirlo ...

Cruzaba la avenida, absorto en aquellos pensamientos. 
Una relación que no funcionaba hacía meses, las dificultades económicas,
 mi problemático día a día.

La visión periférica me alertó. 
A gran velocidad, aparecía un coche cuyo conductor 
no debía haber visto el semáforo... ni a mí. 

Se aproximaba fatalmente. 
Imposible evitarlo, imposible que frenara, 
mi inevitable muerte estaba a pocos metros de distancia, y yo podía contemplarla.

Para mi sorpresa, 
el coche me atravesó limpiamente y pasó de largo.
 No hubo golpe, ni sonido, ni dolor. 
No ocurrió absolutamente nada.

Al fin tuve que admitir la verdad que había estado negándome todo ese tiempo... 
En aquél paso de peatones, yo había muerto meses antes.

No hay comentarios: