
Una tarde cualquiera de marzo
o tal vez sea abril, no sé
el espacio será el escenario
de mil burbujas de celestes
jugando rayuelas.
Esa tarde ignorada por todos
cuando mires mis manos sobre las tuyas
morderás el humo disuelto
en la humedad caliente de un beso.
En café dejado a su suerte
se dormirá una sin que no fue bebido
saldremos corriendo del bar
a descubrirnos en caminos compartidos.
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