
A
fuera, ajenos, los chicos corrían gritando detrás de una pelota de cuero, a la que habían rellenado con trapos y bollos de papel, antes de coserla con hilo amarillo.
Cuatro piedras oficiaban de arcos, en una cancha asimétrica que contenía dos árboles, un canasto para la basura, tres canteros, baches, perros y un auto abandonado.
Adentro, el volumen del televisor intentaba acallar al de una radio que, desde alguna casilla vecina, aullaba una cumbia imposible. Del piso brotaba vapor grasoso.
-Mirá gorda, ahí están hablando del chabón este de la terraza del edificio – dijo Ricardo, mientras se pasaba la mano por la boca, a falta de servilleta y delicadeza.
El programa televisivo, que estaba dedicado a XXX, mostraba imágenes en directo.
Los panelistas invitados (cuatro en total), a su turno iban exponiendo sus conocimientos, todos aparentemente relacionados con el caso.
-¿Y ya lo bajaron o no?- preguntó la mujer, que estaba lavando ropa en la pileta del baño.
- Qué sé yo… no sé… pará que ahí está hablando un tipo...
Un hombre, peinado hacia al costado con fijador (buscando tapar una avanzada calvicie), explicaba el gráfico que aparecía al costado de la pantalla:
- El joven pesa aproximadamente 80 kilos (en realidad XXX no llega a pesar 70), y se encuentra a una altura de 28 metros, ¿verdad?... –intentó corroborar con los demás invitados, que asintieron con un movimiento de cabeza (tampoco era correcta la altura, pero evidentemente ya había hecho sus propias estimaciones). Continuó, mientras hacía una cuenta en una pizarra blanca:
- ... por lo tanto tiene una energía potencial de 2240 kilográmetros, o 21952 joules, estimados en sistemas Técnico o en Simela respectivamente.
- ¿Qué dice? no escucho un carajo desde acá– se quejó la mujer, entre fregada y fregada.
- Shhh, callate querés. Cuando termine te digo- protestó Ricardo, mientras con una mano intentaba disolver la asamblea de moscas que se había congregado espontáneamente sobre su plato.
- Ahora bien. El tiempo de caída libre –la palabra caída coincidió con un primer plano de Franco – sería de 2,4 segundos. –Hubo un murmullo en el estudio.
- En el momento de la caída libre, la aceleración es de la gravedad...
- A nivel del mar –acotó el ingeniero invitado, que vestía camisa amarilla y pantalón gris.
- Correcto. Entonces, si usamos la fórmula “gravedad es igual a 9,8 metros sobre segundos al cuadrado”, sabremos que la velocidad final adquirida, es decir, justo antes de tocar el suelo – otro murmullo- , es de 84,34 Kilómetros por hora, con una fuerza de caída de 799,97 kilogramos-fuerza.
Los chicos, en la calle, gritaron un gol. El panelista terminó su informe y el conductor anunció una pausa en el programa, que dio lugar a los avisos comerciales. Desde todas partes martillaba la cumbia, con un imperdonable estribillo. Ricardo se sirvió vino y permaneció pensando, serio, sin hablar.
-¿Y, qué dijo el tipo de la tele? – insistió la voz desde el baño.
- Lo mismo que digo yo: que si el pibe se tira se hace mierda.
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