martes, 28 de julio de 2009

Hacer ...


Sabemos que crecer tiene un alto costo.

Habrá que pararse firme sobre el tembladeral de esta civilización.
Pero el piso donde nos ubiquemos, para crecer espiritualmente,
no podrá estar al nivel del suelo,
donde reptan las fuerzas involutivas, que siempre están al acecho para devorar
las pequeñas luces que se van encendiendo en las conciencias,
en busca de la liberación del dolor terrenal.

Habrá que construir una plataforma más alta,
que “levite” sobre el pantano de la agresividad, la indiferencia y la injusticia.

Los materiales para llevar a cabo esa epopeya, ya nos fueron suministrados
desde antes de encarnar en este plano denso.

Son los valores, los dones.

Te preguntarás ¿dónde quedaron la capacidad de tolerancia, el respeto al otro y el servicio altruista en estos últimos tiempos? Es verdad.

Parecen ausentes, como idealismos imposibles de un pasado romántico, con justicia y actitudes que dignificaban la raza.

Y por eso, en esa lectura de la actualidad, que se podría calificar como realista,
corremos el riesgo de acobardarnos y creer que todo está perdido e irrecuperable.

Sin embargo, si abrimos los ojos del alma,
esa esencia imperecedera que se complementa con la chispa divina que nos trajo a la vida, recuperaremos la pureza de la mirada que aún conserva nuestro niño interior.

Una herramienta muy poderosa para reparar nuestra maquinaria de justicia tan averiada.

Se nos habló del Apocalipsis.

Algunos lo tomaron como la anticipación de un cambio necesario para la evolución,
otros como un método de presión ejercido por las religiones
para que no nos desviáramos del camino recto.

Se suponía que, temiendo al castigo divino, el hombre no cometería
las actuales atrocidades.

Pero no fue así…

Un simple análisis nos muestra cómo, por estos tiempos, se ignora y se somete al semejante
y todo parece mostrar un resultado inverso:

los hombres entendieron que tenían que contribuir a la llegada de tal Apocalipsis.

Y reconozcamos que mostraron suficiente talento.

En ese defasaje del valor moral, sometido por el ansia de distintos poderes, se intensificó
la influencia de las fuerzas involutivas que siguen al acecho.

Esas energías discordantes necesitan el caldo de cultivo que le ofrece, abundante,
esta civilización de superficie.

Queda poco tiempo para hacer el cambio.

Mayas, Aztecas e Incas nos advirtieron de esta situación presente, al hablarnos de la crisis global y esta locura previa al Amanecer de la Galaxia.

Dieron una fecha estimada: diciembre del 2012.

Estamos llegando… y el trabajo que nos tocaba, parece nulo o recién empezado.

No reaccionamos y nos atrasamos con la tarea, desaprovechamos la premonición
de su sabiduría.

Ya empezó a faltar agua potable, se desmantelan o queman superficies verdes, ahogando al planeta, que ya está en terapia intensiva, pero nos ocupamos indolentemente en generar más “adelantos” tecnológicos.

¿Acaso queremos cadáveres con ultra teléfonos capaces de almacenar
la información de la Biblioteca de Alejandría?

No es fácil revertir el caos,
cuando estamos casi solos, con la voz de la conciencia tan presente,
en un mundo de habitantes indiferentes o ausentes.

No podemos dormirnos sobre laureles de plástico barato,
porque las fuerzas involutivas están al acecho.

Pero creo en el amor.

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