domingo, 12 de julio de 2009

peQUeÑoS cuENToS ...



MOISES, JESUS, Y EL VIEJITO MISTERIOSO

Moisés, Jesús y un viejito decidieron disputar un juego de golf,
y el campo se llenó de fanáticos antes del partido.

En el hoyo considerado como el más difícil porque tenía un lago en el medio,
Moisés tiró primero.

La pelota salió disparada,
cayó en el medio del lago y se hundió. Moisés caminó hasta el borde, alzó su palo,
hizo que se abrieran las aguas, bajó caminando hasta donde estaba la pelota y, de un golpe,
la sacó del fondo.

Con sólo otro golpe, la metió en el hoyo, y la gente aplaudió emocionada.

Luego fue el turno de Jesús.
La pelota salió igualmente disparada, e igualmente fue derecho al lago,
pero de repente se detuvo y quedó suspendida a escasos centímetros de la superficie.

Jesús caminó entonces sobre las aguas y con un golpe preciso,
mandó la pelota directamente al hoyo.

La ovación de la gente fue ensordecedora.

Por último, le tocó el turno al viejito.
La pelota, una vez más, cayó en el lago y se hundió,
y el público hizo un respetuoso silencio preguntándose qué podría hacer el pobre viejo.

De pronto, del agua saltó un pez con la pelota en la boca y
justo en ese momento, pasó un águila que lo pescó al vuelo.

El águila se alejó volando por el límpido cielo llevando el pez en su pico,
mientras éste sostenía aún la pelota.

Entonces, como salida de la nada, apareció una nube negra,
y de ella brotó un rayo que, pegando certeramente en la cabeza del águila, la hizo caer.

En su descenso, el ave soltó al pez,
el pez soltó la pelota y ésta cayó exactamente en el hoyo.

Primero se hizo un silencio dramático y luego la gente,
enloquecida, irrumpió en cerrado aplauso para el viejito.

Jesús se acercó entonces al viejito, que sonreía tímidamente, y le dijo:

- Papá... dejate de joder.





CASTIGO DIVINO

David, que acaba de morir, está parado frente a las puertas del cielo.

San Pedro le dice que no puede entrar así nomás al paraíso,
ya que David, en vida, evadió impuestos.

La única manera en la cual David puede entrar al paraíso sería si él acepta dormir con una mujer espantosa y estúpida durante los próximos cinco años, y disfrutarlo.

David decide que es un precio barato por una eternidad en el paraíso.

Entonces se junta con una mujer espantosa y estúpida, fingiendo que es feliz.

Mientras va con el esperpento, David ve a su amigo Marcos caminando adelante,
con una mujer incluso más horrible.

David le pregunta de qué se trata.
Marcos responde: "Evadí mis impuestos y estafé al Estado por un montón de plata".
Cuando se dan cuenta que los dos están en la misma,
deciden pasarlo juntos, como una manera de disminuir la carga.

David, Marcos y sus dos horribles compañeras siguen caminando,
pensando en sus destinos,
cuando repentinamente ven a alguien que parece ser un viejo amigo, Leonardo,
que viene hacia ellos.

El tipo viene con una mujer despampanante, una supermodelo:
es una "chica de tapa".

La mujer más fabulosa que jamás hayan visto.

Impactados, David y Marcos se acercan al tipo y descubren que, efectivamente,
es el viejo Leonardo.

Le preguntan cómo hizo para enganchar semejante diosa,
mientras ellos andan con semejantes bichazos.

Leonardo responde:
No tengo idea, pero, definitivamente, no me quejo.

Es sin duda el mejor momento de mi vida,
y he tenido cinco años del mejor sexo que un hombre puede tener.

Hay una sola cosa que no entiendo: c
ada vez que terminamos de hacer el amor, ella me da la espalda y murmura:

'¡Malditos Impuestos!'"





EL VIEJITO DEL PUEBLO:

Una vez, un escritor llegó a un pueblo situado en medio de la nada, muy recóndito y se le ocurrió que de ahí podría sacar un nuevo libro, basado en las anécdotas que pudieran tener sus pobladores.

Ya entrado en esa idea, fue a buscar al hombre más viejo del pueblo y al encontrarlo le dice:

- Mire, ando recopilando datos para escribir un libro.

¿No tendrá alguna historia cómica y ligera que pudiera yo transmitirle al mundo?.

Algo que haya usted vivido en este pueblo y que recuerde con frecuencia?.

- Ah, si!!!. Una vez se perdió la esposa del Chuy, ése que vive ahí tras la lomita,
pues se llegó la noche y que no aparece la señora, que nos reunimos todos los hombres
del pueblo y nos armamos con un buen cargamento de aguardiente
y nos metemos al monte a buscarla.

Allá a los días, la encontramos y como ya andábamos un poco locos por el aguardiente,
pues que uno por uno le hacemos el amor a la esposa del Chuy.

El escritor se asombra del morbo con que el viejito recuerda las cosas y se asusta,
piensa que no puede contar eso que sucedió.

- Uy, pero ¿no tendrá algo más cómico?,
¿algo que le haga reír a usted y a todos los del pueblo?.

No sé, a lo mejor algo inusual, qué se yo...

- Pues sí. Una vez, se perdió una chivita del Luis.
Pues que se llega la noche y no recala la chiva.
Puess que nos reunimos todos los hombres del pueblo, nos armamos con un buen cargamento
de aguardiente y nos metemos al monte a buscarla.

Allá los días la encontramos y pos como ya andábamos un poco locos por el aguardiente,
pues uno por uno le hacemos el amor a la chivita...

Y el maldito viejo degenerado estalla en carcajadas.

El escritor piensa que el viejo está loco y que será mejor cambiar el carácter del tema,
para que ya no cuente esas cosas.

- Y, ¿no tendrá otra historia?.
No sé, ¿algo más dramático y triste que haya vivido?.

Algo que pueda conmover a los demás y que pueda yo libremente contar en mi libro?.

El viejito mira al suelo y se le nubla la vista.

Con un nudo en la garganta y las lagrimas rodando por sus mejillas le dice:

- Pues, una vez, me perdí yo...

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