lunes, 31 de agosto de 2009

LHC & inmortalidad Cuántica...


Observación y función de onda son dos de los elementos de más sinuosa interpretación ontológica en el ámbito de la mecánica cuántica,
y sobre los que el debate filosófico no cesa.

Son múltiples los experimentos mentales concebidos a colación de la traslación
a nivel macroscópico de fenómenos cuánticos en los que los citados conceptos juegan un papel central.

El gato de Schrödinger es posiblemente el más conocido a nivel popular,
y sobre la base del mismo se han construido escenarios más complejos
en los que la participación de observadores adicionales pone a prueba
la sutileza de los conceptos mencionados.

Por ejemplo, ya comentamos hace tiempo el experimento del amigo de Wigner, una especie de versión matrioshka del gato de Schrödinger
en el que se construye una cadena de observadores conscientes
en cajas concéntricas, y que pone el acento en la relación
entre consciencia y observación.

Otro experimento relacionado con este extremo es el
denominado suicidio cuántico.



La disposición de este experimento puede variar,
pero para simplificar podemos imaginarnos que sustituimos
al gato de Schrödinger por el propio Schrödinger,
y que observamos el experimento desde su punto de vista.

Supongamos por ejemplo que lo que hace Schrödinger
es activar un dispositivo que incorpora un generador cuántico de números aleatorios que provocará o no el disparo de un cierto dispositivo
letal incluido en la caja.

El bueno de Schrödinger tiene una cierta probabilidad de sobrevivir,
pero si repite el experimento una y otra vez la ruleta cuántica terminará
por tocarle y su existencia tocará a su fin… o no.

Y es que de acuerdo con la interpretación de los múltiples universos,
cada vez que se activa el dispositivo se produce una ramificación
en un universo en el que Schrödinger muere y otro en el que sobrevive.

Es únicamente en este segundo universo en el que Schrödinger
puede jugar de nuevo, y en el que se produce una nueva bifurcación.

Eso quiere decir que existe un universo en el que –para incredulidad de Schrödinger, que llegará a sentirse invulnerable– siempre sobrevive.

En este caso se puede hablar apropiadamente de inmortalidad cuántica.

Nótese la reminiscencia antrópica del experimento,
ya que el razonamiento sobre la propia existencia requiere
que se sobreviva al experimento.



Viene todo esto a cuento de un comentario en Accelerating Future
acerca de los nuevos problemas detectados en el LHC
y que una vez más provocan un retraso en su puesta en funcionamiento.

Concretamente, en esta ocasión se han detectado dos fugas entre
el circuito de helio y el aislamiento de vacío,
lo que en principio provocará que el reinicio del LHC
no se produzca hasta mediados de noviembre.

Recordemos que este es el tercer incidente serio que afecta a la fecha de entrada en estado operacional del LHC, tras la explosión de la envoltura criostática de uno de los gigantescos imanes cruadrupolos
el 27 de marzo de 2007, y de un escape masivo de helio líquido
el 19 de septiembre de 2008.

Estos incidentes en modo alguno comprometen la seguridad del LHC,
y de hecho no tienen nada que ver con los hipotéticos riesgos existenciales
(e.g., creación de microagujeros negros estables, materia extraña, etc.)
del mismo, cuidadosamente estudiados y descartados.

No obstante, si hay alguien que aún abriga algún temor
(o está deseando hacerlo), aquí puede encontrar una fuente adicional
de inquietud: si el LHC fuera un dispositivo que desencadenara el Apocalipsis una vez activado, y de ser correcta la interpretación de los múltiples universos
de la mecánica cuántica, estaríamos en la misma disposición que Schrödinger
en el experimento del suicidio cuántico.

Existiría entonces un universo en el que veríamos que el LHC
fallaría persistentemente
(en los universos en los que no fallara cesaría nuestra existencia).

La ocurrencia de nuevos incidentes -tanto más si estos son cada vez más improbables- que continuaran retrasando la plena operatividad del LHC podría hacer que alguien se planteara si no estamos
en la línea de universo “afortunada”

Si alguien ha llegado a inquietarse realmente con lo anterior,
puede reconfortarse en el hecho de que está sujeto a la interpretación
de los múltiples universos,
de que lo acontecido hasta ahora no entra dentro de lo excepcional,
y de que la puesta en marcha del LHC está prevista para otoño de este año,
por lo que en el peor caso tenemos todo el verano por delante.

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