viernes, 16 de octubre de 2009

Dos poderosas razones...


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Vienen de dos en dos; hay pequeños, medianos y grandes,
y de tantos colores como lo permite la gama de tonos de piel.

Pensando en algún rasgo de la anatomía femenina que sirviera como clave inequívoca de identificación de género podríamos mencionar el cabello, incluso la voz.

Sin embargo, en estos tiempos de diversidad,

una de las características que identifica más a la mujer como tal, es sus senos… pechos, tetas, chichis, melones, bubis,

o como prefieran llamarles.

Hace unos días hablando con un buen amigo, cuya esposa acaba de pasar

por el amarguísimo trago de padecer cáncer de mama, el cual,

afortunadamente, fue controlado mediante una mastectomía radical (gulp!)

y quimioterapia (doble gulp!).

Mi amigo me comentó lo mucho que se sorprendió al notar,

durante una de las sesiones de quimio a las que acompañó a señora,

la presencia de una muchacha de unos 25 años,

y otras cuantas que parecían frisar las 30 y tantas primaveras,

con el mismo diagnóstico o incluso peor que el de su mujer.

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Amén de las afectaciones psicológicas que implica perder de forma tan cruel este símbolo de feminidad, también existen repercusiones físicas.

Según me explicaba mi amigo, el brazo del lado donde
le extrajeron la glándula mamaria a su mujer no debe ser sometido a grandes esfuerzos tales como el quehacer doméstico o cargar bultos pesados, y según entendí, esta condición permanece de por vida
(si estoy mal, corríjanme
por favor).

Ya todos sabemos que el cáncer no necesariamente significa muerte pues es tratable si se detecta a tiempo,

pero

¿de verdad hacemos algo al respecto?

Además de las dos poderosas y hermosas razones que todas llevamos

en la delantera, existen otros motivos que deben recordarnos que es mejor prevenir que lamentar: nuestros hijos (presentes o futuros), nuestras familias,

y mucho más importante, nuestras propias vidas.

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Por cierto, los hombres no nos salvamos de esta, aunque con menor tasa de incidencia, también somos susceptibles de padecer cáncer de mama.

Lo irónico del asunto es que aunque los hombres respondemos mejor al tratamiento hormonal que las mujeres, el hombre raramente sospechará al sentir un bulto extraño en su pecho, por lo cual comenzará a tratarse cuando ya es demasiado tarde.



Exploración es igual a conocimiento, por lo tanto practiquemos

la autoexploración.

Después de todo, nadie conoce mejor los recovecos de su cuerpo que uno mismo… o nuestra pareja, quien incluso puede convertirse en un(a) excelente aliado(a) para este propósito.

Y si quieren tomar esto último como pretexto, les ayudo a reforzar

la intención con los siguientes datos:

1. Las muertes por cáncer de mama han aumentado en el mundo durante los últimos 30 años,

2. Es la primera causa de decesos y el segundo tumor más frecuente entre las mexicanas,

y por ultimo 3.

Los senos son una de las zonas erógenas más importantes de la mujer.

Sí, ya sé que el #3 no tiene mucho qué ver con el cáncer,

de hecho no tiene nada qué ver, pero… qué rico, ¿no?

Por eso, ¡a explorarse y cuidarse!

A.D.A.M.

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